La tarde del 22 de marzo del año en curso, integrado en el Forum de Debates de la Universidad de Valencia, se organizó un acto sobre Pier Paolo Pasolini, al que asistí. El lugar era idóneo: la Nau o Universidad Antigua de Valencia. Se trataba de presentar un libro del crítico de cine José María Monzó sobre la película más emblemática de Pasolini: “El Evangelio según San Mateo”, Nau Llibres (Edicions Culturals Valencianes). Edición: 20/02/2022).
En principio los organizadores pensaron hacer coincidir la presentación del libro con la fecha del centenario del nacimiento del cineasta (5 de marzo de 1922). Pero las lluvias, fallas, el mal tiempo y otros imponderables hicieron retrasar la fecha. Y la mayor decepción: José María Monzó no asistiría a la presentación por enfermedad. Sin embargo, cuando escuché el comentario sobre la película que hizo su hijo, sentado entre los asistentes (¿por qué no ocupó el asiento vacío de su padre?) pude apreciar que el enfermo estaba bien representado. Satisfecho puede estar Monzó por tener tal hijo. Como suele decirse: “de casta le viene al galgo”.
El primero que habló fue Antonio Signes y destacó, entre otros valores, el compromiso y la estima que Pasolini sentía por las lenguas minoritarias. A destacar, en su primera etapa, sus ensayos en lengua friulana (informalmente, marilenghe).
Al escuchar a Signes no pude menos que recordar (tempus fugit!) aquella tarde de febrero de 2008 en que presentó un libro testimonial escrito por un elenco de autores que coincidían en un aspecto patente ya en el mismo título del libro: “¿Por qué nos salimos?: Los secularizados”. El salón de actos de la Nau estaba a rebosar esa noche. Asistentes de pie y sentados en los escalones de la sala hasta superar el aforo. Era evidente que el tema y los autores despertaban enorme simpatía.
Luego habló Concha Roncal Sánchez, Editora de “La Nau Llibres”. Hizo un recorrido exhaustivo por los avatares que ha sufrido la Editorial hasta llegar a lo que es. En sus palabras quedaba visible lo difícil que resulta mantenerse en pie en un proyecto, enriquecerlo día a día, acertar en la selección de las películas, rodearse de los buenos, superar las crisis, ganar prestigio, hacerse un nombre en la especialidad. “La Nau Llibres” lo ha conseguido.
Siempre he pensado que Valencia es una ciudad que ama el cine. Ahora sé que tiene la Editorial que se merece.
Rafael Cherta, profesor de Lengua y Literatura y de Comunicación Audiovisual habló luego.
El último en hablar fue Paco Gramaje.
Luego fue el turno de los asistentes, la ocasión para las anécdotas, el testimonio de ese afortunado que coincidió en Barcelona con Pasolini, los escándalos ruidosos que la exhibición de la película suscitó, la reacción del Vaticano. En fin, lo de siempre.
Hasta aquí la crónica.
Ahora que escribo recogido y solo, en mi casa, en una tarde lluviosa y pausada, el silencio sólo roto por el rugido del mar, no es la gloria de Pasolini que quiero evocar, sino referir su muerte, la trágica muerte del cineasta en Ostia (la playa de Roma) la madrugada del 2 de noviembre de 1975.
Se dice, y yo no lo dudo, que la playa de Ostia era frecuentada entonces (y no sé si ahora) por jóvenes marginados que cobran por el sexo (chaperos).Ostia, en verano, debe de ser un escenario perfecto para los privilegiados.En noviembre y de madrugada, Ostia es sólo un espacio apto para los perros sin amo.Esa noche Ostia va a ser el particular Gólgota del cineasta.Cuando repaso fotos de Pasolini es un hombre atlético lo que veo. Se exhibe orgulloso ante la cámara, altivo, confiado, sin un gramo de grasa. A los 53 años todavía exhibe su cuerpo, pero no sé si llega a amarlo.Lo exhibe: ¡tiene motivos para ello!No sé si llega a amarlo.Si llegara a amar su cuerpo no estaría en la playa de Ostia la madrugada del 2 de noviembre de 1975.Es la hora de los perros.
“Regresan a la tarde,
aúllan como perros,
rondan por la ciudad;
vedlos buscando qué comer,
hasta que no están hartos van gruñendo”
(Salmo 59 (58).
El chico a quien cargaron la muerte de Pasolini, Giuseppe Pelosi, tenía 17 años. Juzgue, quien lea, si alguien así pudo cometer el crimen que el mismo Pelosi se inculpó.
Posteriormente Pelosi declaró otras versiones que sólo sirvieron para enredar más el asunto.
Enigma, pues.
No sirve de nada escarbar en el asunto. Pasolini ya no está.
Yo recuerdo haber escuchado la noticia de la muerte de Pasolini la noche de ese mismo día. Y en el refectorio conventual donde se refirió (y se comentaron otros detalles) yo hice una defensa acalorada del cineasta.
Me escucho ahora mismo y me desagrada el énfasis que pongo. Me cargo demasiado de razón. Como si me fuera algo en el asunto.
(Por esas fechas ya bullía en un cajón de mi celda el borrador de “Todos los parques no son un paraíso”).
Me iba la vida en el asunto.
En el libro que guardaba celosamente en un cajón de mi celda el pasaje central es el Hyde Park de Londres. Y una paliza (pensé que me mataban). Y la policía. Y un juicio con condena. Y una muerte moral.
-Un día te matarán -me amonestó Nick (mi amigo, podía ser mi ángel. Lo sabía todo de mí).
Fue una premonición lo que escuché de Nick.
Y entonces regresé al convento.
Era 1975. El año que mataron a Pasolini.
* * *
Volvamos al Gólgota de Pasolini. Pero esa vez al Gólgota de su película “El Evangelio”.
(Es de notar que Pasolini suprimió “San” del título de la película. No “El Evangelio según San Mateo” sino “Il Vangelo secondo Matteo”. Haciéndolo quería despojar su película de cualquier halo con connotaciones de hagiografía).
Pasolini puso junto a la Cruz de Jesús a su madre María. Haciéndolo se permitió una licencia llamativa porque Mateo calla la presencia de María. Sólo Juan (el Teólogo y Místico) lo refiere y hay en ello una intención premeditada.
Pasolini, como buen italiano, tenía que poner a María en ese momento. Y, para ese papel (como es notorio) eligió a su propia madre Susanna.
Cuando filmaba la escena cuentan que Pasolini, para provocar en su madre la expresión que buscaba no cesaba de gritar:
-¡Piensa en Guido! ¡¡Piensa en Guido!!
Guido era el hermano menor del cineasta muerto en una lucha partisana.
Pasolini moriría en su Gólgota 11 años después de rodar la película (1964).
Los carabinieri hallaron su cuerpo magullado, atropellado con saña y quemado en un vertedero.
Una muerte enigmática. En soledad. Absurda.
Jesús está en agonía hasta el fin del mundo (Pascal. Pensamientos).
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