Cuando
pensamos en los amigos sabemos que siempre los tenemos ahí, aunque no nos veamos todos los días. Aunque pase mucho tiempo
sin encontrarnos, sabemos que siempre los tenemos ahí, al alcance de la mano. Y creemos que siempre va a ser así. Por
eso cuando llega el final de la vida queremos creer que los amigos van a seguir
ahí, no desaparecen en la nada… Pues que así sea…! Al menos, como mínimo, van a seguir ahí presentes en nuestro recuerdo.
Paco
Asensi ha sido uno de mis mejores amigos
y es por eso que me cuesta tanto asimilar su desaparición (o su traslado).
Siempre lo tuve ahí cuando lo
necesité y siempre me tuvo ahí
cuando él me necesitó. Ya desde nuestra juventud, en el colegio mayor de Sto.
Tomás empezó nuestra amistad y nuestras coincidencias ideológicas. (Nunca
agradeceremos bastante, Paco, la suerte de haber pasado por Sto.Tomás). Más
tarde, en Banyeres de Mariola, siguieron nuestros encuentros. En los momentos
críticos y difíciles de nuestras respectivas secularizaciones nos volvimos a
encontrar y respaldamos nuestras propias decisiones, con entera libertad y sin
ningún temor. A partir de esta nueva y
laica (tal vez sea mejor decir secular…?) existencia nuestros encuentros se
hicieron más frecuentes, en las tertulias de los martes , en las comidas
mensuales y en toda la serie de viajes efectuados con todos los compañeros/as.
De
Paco Asensi cabría reconocer, en primer
lugar, que fue una persona buena que
apetecía estar a su lado conviviendo, comentando y discutiendo. No solamente
era una persona asequible, sino comprensiva y muy tolerante (en el sentido
horizontal de la palabra). Pero Paco también fue un intelectual que para
expresar sus ideas usó la escritura como medio. A pesar de que la vida de
escritor la empezó a cierta edad aún llegó a escribir más de una docena de
libros, a parte de los muchos artículos y reportajes publicados en varias
revistas. Entre los libros publicados hemos de reseñar: “La sibila de Delfos”,”
Sombras sobre el Vaticano”,”El diablo tiene nombre”, “El secreto de
Sant’Angelo” y “Sangre”. En todos ellos hay una temática singular que sirve de
común denominador: la denuncia de las incongruencias de la Iglesia Católica.
Podríamos decir que este objetivo junto con la denuncia de las manipulaciones
de los poderes públicos resumen el mensaje de toda su obra. No había cosa que
le enervara más que las manipulaciones de los jerarcas de la iglesia cuando
disfrazaban la doctrina que enseñaban, diciendo que era la palabra de Dios.
En
las últimas semanas, cuando él ya era consciente de que su enfermedad no tenía
remedio y se acercaba a su fin, se despertó en él un ansia galopante de escribir, como si
quisiera que no se quedara nada en el tintero. En Atrio, como en Nihil Obstat,
en su Facebook y en su propio blog personal[i]
aparecían sus continuos comentarios a la miscelánea de actualidad. Y siempre
con el interés de evitar que nos den gato
por liebre.
Antes
de terminar, Paco, quisiera resaltar y agradecer la “sagesse” de la Providencia al adelantarte la muerte unos minutos para
evitar coincidencias de aniversarios
embarazosos del 20 de noviembre…
Paco,
los que aquí quedamos, por el tiempo que sea, procuraremos por todos los medios
a nuestro alcance, poner en práctica tus últimas palabras el día que te
visitamos: “Que sigueu molt feliços”.
Antoni Signes