RESPONSABILIDAD

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dilluns, 18 de maig del 2020

ÉTICA IMPRESCINDIBLE PARA EL SIGLO XXI. Juan Argudo Ginestar


Tras la implantación del neoliberalismo y la caída del muro de Berlín se dio por supuesto que estábamos en una nueva época, la posmoderna, con su nuevo paradigma de comprensión de la realidad totalmente distinto al de la Ilustración, con sus grandes relatos y utopías.

”Con la crisis de la modernidad saltó por los aires esta visión de la historia. El multiculturalismo, la proliferación de los nacionalismos, la multiplicación de colectivos con reivindicaciones particularistas, cada uno cargado con su razón y su historia, han sustituido a los grandes paradigmas unificadores que provenían de la Ilustración, de las revoluciones burguesas y del socialismo. La historia del sindicalismo formaba parte de ese relato como contrapunto, apoyo y correctivo de la revolución industrial. La lucha de los trabajadores por sus derechos había sido el motor de las conquistas de la humanidad por hacer un mundo más habitable y justo. La ruptura del espejo nos ha dejado sin perspectiva arrojándonos a una realidad fragmentada y sin objetivos compartidos.” (Cf. Ramiro Reig).

Son, pues, tiempos NUEVOS, en los que aparecen una nueva cosmovisión ecológica y planetaria; nuevos paradigmas; nuevas espiritualidades; “una nueva civilización” (stefanocartabiaomi@gmail.com); una nueva ilustración en donde la ciencia y tecnología se reencuentren con las humanidades; una nueva filosofía siempre abierta, “democrática” (Cf. José L. Villacañas) o “inacabada” (Cf. Marina Garcés) y también, lamentablemente,  nuevas  ideologías, nuevos dogmatismos irredentos, con sus viejos fantasmas, ¡ay! en pleno siglo XXI.

Son, a la vez, “tiempos LÍQUIDOS”, en los que como Zygmunt Baumant señala, supone tener que vivir en una época de incertidumbres. Al menos en la parte desarrollada del planeta en la que se están dando una serie de novedades, no carentes de consecuencias muy relacionadas, que crean un escenario nuevo y sin precedentes para las elecciones individuales/personales, y que ineludiblemente presentan una serie de retos imprevistos.

Aparejada a la posmodernidad viene la era de la post-verdad o mentira emotiva, en la que no se busca ya la contrastación empírica u objetividad sino la simple creencia en sí misma y las emociones que genera a la hora de crear corrientes de opinión pública. 

“Pero lo radicalmente diferente hoy son la escala (global y local) y la velocidad en la producción, circulación y alcance de las fake news. No tienen precedentes en la historia de la humanidad. Esta es la radical diferencia con la propaganda y el gran riesgo asociado a nuestro tiempo. La post-verdad, las fake news y la desinformación son posibles hoy debido a una compleja interacción entre infraestructura tecnológica, prácticas comunicativas y comportamiento social…
La desinformación parece ofrecer la seguridad individual y colectiva frente a un mundo, insertado en una globalización sin conciencia, cada vez más incomprensible y caótico.” (Cf. Miguel del Fresno).

Son, también, tiempos “BÁRBAROS”: más pobres, más desiguales, más precarios, menos protegidos, más desconfiados, menos demócratas. Éste es el devastador balance que ha dejado la crisis económica en amplias zonas del mundo, en especial, en el sur de Europa, convertido en el laboratorio mayor de los experimentos de la llamada “austeridad expansiva”. 

La austeridad se extendió durante los años setenta del siglo pasado para combatir el consumismo desaforado, el despilfarro de los recursos naturales y un cambio climático del que entonces no se hablaba con la urgencia y preocupación de ahora. ¿En qué momento perdimos la batalla de esa austeridad generosa y progresista, y NOS LA CAMBIARON –COMO EN UN JUEGO DE MANOS DE TRILEROS- por la que se ha aplicado en los últimos años, que ha causado tantos sufrimientos y tanta desigualdad? 

La transferencia de poder y de riqueza de abajo arriba ha sido tan grande que se ha vuelto a cuestionar el binomio democracia-capitalismo pues, mientras la primera pierde calidad el segundo es cada vez más fuerte y opresor. El ciudadano piensa que la razón económica prevalece sobre la razón política. ESTO NO ES LO QUE DECÍA EL CONTRATO SOCIAL QUE TODOS ASUMIMOS COMO CIUDADANOS. (Cf J. Estefanía).

Si esto es lo que nos está pasando, todavía hoy, en la Unión Europea, a nivel mundial, se ha globalizado todo menos NUESTRO CONSENSO, provocando, de facto, un reduccionismo letal antidemocrático: el globalismo económico que no perdona ni a la naturaleza ni a los seres humanos.

Tiempos, pues, difíciles, complejos y críticos, pero son los NUESTROS, y, más que sufrirlos, tenemos que VIVIRLOS con espíritu crítico y coraje, coraje de adulto, ayer yayoflauta, hoy del grupo de riesgo confinado en casa, en plena intemperie y a la espera de la cita diaria del reconocimiento público, a las 20 h.. 

Ni las religiones, ni la filosofía, ni la ciencia, ni las ideologías, ni, por supuesto, la teología, en sí mismas, singularmente cuando se institucionalizan, pueden darnos consuelo o esperanza alguna, a menos que renuncien a sus viejos paradigmas y se abran  a los NUEVOS.

Más que conocer, creer, se trata de sentir, experimentar, VIVIR.

Y solo LA ÉTICA disfruta de ese privilegio, pues es ella quien nos abre, “empuja” al otro y al Uno, sacándonos del egocentrismo e individualismo y de lo que es peor, de la creciente y paralizante indiferencia. Acertó el revolucionario E. Levinas, sin duda, al darle categoría de “filosofía primera”, (hasta entonces cualidad exclusiva de la ontología), basándose en dos principios: primero, que la dimensión ética del hombre debe ser el punto de partida de toda reflexión filosófica, y, segundo, que esta dimensión ética se manifiesta en el encuentro con LO OTRO (lo que no puede ser reducido a pensamiento, concepto) y con EL OTRO (el prójimo irreductible a idea).

Y es evidente que al hablar de ética, HOY, no hablamos ni  de la heterónoma, como la “Spe salvi” de Benedicto XVI ni, tampoco, de la autónoma del ilustrado Kant, sino de una ÉTICA IMPRESCINDIBLE para el siglo XXI: LA DE LOS IMPRESCINDIBLES. Ella será la que nos ayudará a responder a estas nuevas preguntas: ¿Cómo contribuir PERSONALMENTE a la nueva civilización que está surgiendo? y ¿Cómo contribuir SOCIALMENTE a esta nueva civilización?

Y por tanto, será ella la que nos ayudará a salir airosos de este indiscutible “colapso” actual, múltiple y global, sorprendentemente agravado por el maldito virus covid-19. 

Se ha escrito mucho, muchísimo, pues el astuto y buen estratega virus, nos ha condenado a la ociosidad. De lo leído, destaco por sublime, y me sumo a los firmantes del blog: “curar y cuidar”. Coronavirus en positivo”. (blogs.Público.es coronavirus-positivo/2020/03/31). 

No me resisto a destacar parte de su descripción y análisis, pues, sin duda, dan  la clave: “Desde hace varios días se escuchan otros tipos de aplausos. Son los aplausos de los sanitarios cuando un paciente curado traspasa el umbral del hospital. Es lo más GRATIFICANTE para todos ellos, el desvelo, la dedicación, el compromiso, el riesgo y temor ha tenido una recompensa: LA CURACION. 

Se acaban los aplausos y vuelta atrás para intentar CUIDAR a otros muchos pacientes ingresados, cuidarlos porque el covid-19 no permite que tengan cerca a familiares y amigos. Solo a profesionales a quienes esta medicina tecnificada ha enseñado a curar, pero no ha dado importancia a cuidar. Ha sido esta pandemia la que ha mostrado la crudeza del desamparo y la soledad de estos pacientes aislados. Eso ha sido un revulsivo que ha hecho aflorar la EMPATÍA, SOLIDARIDAD y la COMPASIÓN de ese movimiento de HUMANIZACIÓN que recorre, desde hace pocos años, todas las UCIS de nuestro país…

Si al final de esta crisis conseguimos que la CIENCIA y HUMANISMO vuelvan a caminar JUNTAS habremos dado un paso de gigante que cambiará la medicina del futuro”.

Es evidente quiénes son LOS IMPRESCINDIBLES en esta película que termina de empezar, sin guión, y sin final previsible. Pero también lo es el contagio generalizado de esa satisfacción, empatía, solidaridad y compasión, que va del “curar al CUIDAR”. Contagio manifiesto por los aplausos múltiples en esa cita diaria. Sinceramente nos ha salpicado un baño de humanismo y responsabilidad. 

Pero esto solo termina de empezar y lo difícil será, de cara al duro futuro inmediato, demostrar que hemos aprendido la lección que, fuerzas espurias, nos obligaron casi a olvidar. Que lo que solo pudo ser un “revulsivo” inicial ha calado hondo en nosotros, haciéndonos MEJORES PERSONAS y más conscientes de la urgente necesidad del cambio de mentalidad que nos permite, frente a todo dogma actual, gritar con vehemencia que todavía podemos “pensar y sentir con el corazón y vivir a través del alma”.  

Esta es la ética que eternizó Bertolt Brecht con sus versos: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero LOS HAY QUE LUCHAN TODA  LA VIDA: esos son  LOS IMPRESCINDIBLES”.

Es, pues, una ÉTICA RADICAL y de MÁXIMOS, pues la disyuntiva que se nos plantea y que nos obliga a optar es RADICAL, MÁXIMA Y EXCLUSIVA: “humanos o posthumanos” (Cf. Albert Cortina, Miguel A. Serra); “el futuro que nos espera: barbarie o bien común” (Cf. Vicent Navarro); “ante el ”Titanic” posiblemente ya encallado, solo cabe el “sálvese quien pueda” o “colapsar mejor” (CF. Reichman); “o nos salvamos todos o no se salva nadie” (cf. c. almeida); “o muere el capitalismo salvaje o muere la civilización” (cf. Washington post).

Es radical, porque lo que de verdad necesitamos –y solo pocos lo mencionan-  es CAMBIAR el sistema económico, pues “estamos ante la amenaza de una extinción y la gente ni siquiera lo sabe” (Cf. Jeremy Rifkin).

Es radical, como “radical” es “la nueva Ilustración” de Marina Garcés cuando denuncia que “el fin de la posmodernidad parece llevarnos a la fascinación por el apocalipsis: el tiempo del “todo se acaba” y del “sálvese quien pueda”. Fascinación que, dominando las esferas política, estética y científica, ha derivado en UNA NUEVA IDEOLOGÍA DOMINANTE que hay que aislar y analizar, antes de que como un virus se adueñe de lo más íntimo de nuestras mentes.

DECLARARNOS INSUMISOS a esa ideología póstuma es, para mí, la principal tarea del pensamiento crítico hoy. 

Pero, toda insumisión, si no quiere ser un acto suicida o autocomplaciente, necesita herramientas para sostener y compartir su posición. En este caso, necesitamos herramientas conceptuales, históricas, poéticas y estéticas que NOS DEVUELVAN LA CAPACIDAD PERSONAL Y COLECTIVA DE COMBATIR LOS DOGMAS Y SUS EFECTOS POLÍTICOS. Por ello, propongo una actualización de la apuesta ilustrada, entendida como EL COMBATE RADICAL CONTRA LA CREDULIDAD. Hemos recibido la herencia ilustrada a través de la catástrofe del proyecto de modernización con el que Europa colonizó y dio forma al mundo. La crítica a ese proyecto y a sus consecuencias debe ser continuada y elaborada, hoy también, mano a mano con las culturas y formas de vida, humanas y no humanas, que lo padecieron como una invasión y una imposición, dentro y fuera de Europa. 

DEBEMOS HACERLA JUNTOS porque el programa de modernización está poniendo en riesgo los límites mismos de NUESTRO MUNDO COMÚN. Pero esa crítica, precisamente porque se trata de una crítica al dogma del progreso y a sus correspondientes formas de credulidad, nos devuelve a las raíces de la ilustración como ACTITUD y no como proyecto, como impugnación de los dogmas y de los poderes que se benefician de ellos. 

La tormenta ilustrada se desencadena, precisamente, como LA POTENCIA DE UN SABIO NO SABER, para decirlo en los términos de Aleksiévich. No es un escepticismo: es un combate del pensamiento contra los saberes establecidos y sus autoridades, un combate del pensamiento en el que se confía una convicción: QUE PENSANDO PODEMOS HACERNOS MEJORES Y QUE SOLO MERECE SER PENSADO AQUELLO QUE, DE UNA FORMA U OTRA, CONTRIBUYE A ELLO. 

Rescatar esta convicción no es ir al rescate del futuro con el que la modernidad sentenció a nuestro mundo a no tener futuro. Todo lo contrario: ES EMPEZAR A ENCONTRAR LOS INDICIOS PARA HILVANAR DE NUEVO UN TIEMPO DE LO VIVIBLE. ESTA CONVICCIÓN NO PUEDE SER EL MONOPOLIO DE NADIE: ni de una clase social, ni de la intelectualidad, ni de unas instituciones determinadas, tampoco de la identidad cultural europea. Poder decir: «NO LES CREEMOS» es la expresión más igualitaria de la común potencia del pensamiento”.  

Gracias Marina, a ti por tu brillantez, coherencia y valentía y también gracias a cuantos como tú, desde sus especialidades, tareas o vidas, ayudáis, en estos tiempos nuevos, bárbaros y líquidos, a  que los humanos seamos más humanos. Por eso mismo, os convertís en IMPRESCINDIBLES.

                                                                            Valencia, 11 de mayo de 2020
                                                                                          Juan Argudo Ginestar







dissabte, 9 de maig del 2020

País Valencià: maleïda denominació . Francesc Jover.

Autor Francesc Jover. Enviat a Nihl Obstat el 8 de maig de 2010
[aquest article s’ha publicat a "Nosaltres la Veu"]



    Des dels anys seixanta del segle passat, tots els grups que lluitaven contra el franquisme, dels més moderats als més capdavanters, tots plegats denominaven el nostre territori sense cap complex: País Valencià. Inclòs no va ser qüestionat a partir de 1975 per alguns col·lectius de juntes i platajuntes. Hi havien lluites dialèctiques per altres coses, però no em consta que aquest tema entrara a debat. Cadascun feia plans per l’enderrocament del franquisme i per una futura i inqüestionable democràcia. També hi havia certa homogeneïtat entre tots els que lluitaven contra la dictadura de que el País Valencià seria lliure i socialista. Sense que allò de socialista estiguera sempre necessàriament relacionat amb el PSOE. El futur govern autònom, el que fou frustrat als anys 30 pel Colp d’Estat feixista, seria denominat Consell del País Valencià. 

   Seguidament va aparèixer la dualitat entre País o Regne, atribuint-s’ho les esquerres i les dretes respectivament. Finalment, les forces majoritàries d’aquell moment, algunes d’elles renunciant al que havien defensat abans, ho van substituir salomónicament per l’eufemisme «Comunitat». Denominació que va promoure acalorades polèmiques que arribaren a la cresta en l’anomenada «Batalla de València», quant també es va qüestionar ­afegint més femta- la unitat de la llengua. I per arrodonir-ho, també fou incorporat a la polèmica els símbols identitaris de les quatre barres. Tot aquest embolic formà part de condicions irrenunciables de la dreta, sense que l’esquerra que havia arribat a les institucions aconseguira posar cap proposta. Per descomptat, aquella esquerra tampoc sembla que va considerar molt important allò que va cedir o renunciar.

     Després del temps que ha passat podem afirmar que el que cediren fou més important del que pensaven. El cedir qüestions de llibertats mai és bona cosa. Aquelles polèmiques potser foren insalvables, però ara s’han convertit pràcticament en una retallada a la llibertat d’expressió. 

        Hui, ben entrat el segle XXI i institucionalment haver acceptat la unitat de la llengua i d’haver-se estabilitzat l’acceptació de la bandera, encara hem de preguntar-nos, que passa amb la denominació de País Valencià? ¿Podríem encara considerar una intitulació maleïda, menyspreada i subtilment prohibida? Una pregunta sobradament oportuna i adequada que molts valencians es fem i que voldríem saber si correspon a algun pacte que no ens han dit. Perquè aquesta innocent i per a mi correcta denominació de País Valencià ha desaparegut de la boca dels polítics i dels mitjans de publicació valencians. Dic correcta perquè fins i tot la Real Acadèmia Espanyola de la Llengua no ho nega segons podem veure en una de les entrades de PAÍS: «es una nación, una región o un territorio». O aquesta altra entrada que diu: «Territorio, con características geográficas y culturales propias, que puede constituir una entidad política dentro de un Estado». També he consultat el diccionari del SALT on hi han entrades on s’especifica que el mot PAÍS és: «Unitat fisiogràfica o paisatgística. La Ribera Baixa és un país humit. Contrada, terra. Un país de tarongers. Lloc del qual es parla». Finalment, el diccionari de l’AVL diu que PAÍS és: «Territori limitat de forma natural o artificial, que constituïx una unitat geogràfica, política o històrica. Li agrada viatjar a països llunyans».

        Malgrat aquestes indicacions dels tècnics lingüístics; dels tira i arronsa que patiren les denominacions de places i carrers, etc. continua hui estant vetat el nom de PAÍS VALENCIÀ a la ràdio i TV pública valenciana. A mes a més, fins i tot algunes institucions de l’administració que publiquen llibres han vetat País Valencià per Poble Valencià. Aneu a permetre’m que no cite casos concrets d’amics i coneguts que han hagut d’admetre el canvi o no publicar-ho. He de dir en honor a la veritat que a mi mai m’ho han vetat. Tot i que tampoc ho haguera permés.

       De cap de manera podem acceptar la justificació que fan alguns dient que és un mot polititzat que no ens beneficia ni perjudica en res. Val, poden els polítics no esmentar-ho mai si no volen i si creuen que no han de fer-ho. Però, que ho veten als mitjans de comunicació, a més d’entrebancar la llibertat d’expressió, em sembla denigrant i brut. Democràticament parlant ningú pot negar-vos el dret de continuar dient «Comunitat» si creeu que heu de fer-ho. Però deixeu que altres denominen la casa nostra com vulguen. Fa uns dies s’ha celebrat el Dia Mundial de Llibertat de Premsa i alguns polítics valencians ho han citat sense immutar-se, celebrant-ho sense cap de vergonya. 

         La denominació PAÍS VALENCIÀ tant si està polititzada com si no, m’importa poc; però no sentir-ho dir mai en els mitjans audiovisuals valencians m'ompli de tristesa. Vull acabar amb el cas més denigrant que conec. He sabut que el digital informatiu valencianista «La veu del País Valencià» va haver de canviar la capçalera pel de «Diari la veu» si volia entrar en el circuit de  publicitat de l’Administració.

     Aquestes subtileses socials i polítiques tant farisaiques no fan cap de be a la classe política, a la llibertat d’expressió, i al mateix PAÍS VALENCIÀ.  
Francesc Jover

diumenge, 3 de maig del 2020

LA JERARQUIA DE LA IGLESIA DA LA ESPALDA AL PUEBLO


Estamos en una situación de emergencia a consecuencia de la pandemia, de tal calibre que ha alcanzado hasta el espacio de lo sagrado. Y en nuestra sociedad, donde la religión y lo sagrado han tenido un protagonismo tan categórico en todos los momentos decisivos de nuestra historia, cuando esta situación se la está calificando de catástrofe histórica,  la Institución de la Jerarquía Católica, como representantes de la religión católica, también ha sido puesta a prueba, pudiéndose constatar, en una gran parte de nuestra sociedad, un sentimiento de decepción, en atención a que se esperaba otra colaboración por parte de la Institución.

En suma el virus ha traído debajo del brazo el secularismo social y se observa en nuestra sociedad -representamos el mayor índice de secularización de Europa en los diez últimos años- ; y se confirma al  ver cómo ahora más que nunca, la gente ha confiado en sus médicos y personal sanitario y bastante menos en la magia de curanderos, curas y chamanes. Sin tener intención, las restricciones del confinamiento que han provocado el cierre de templos, procesiones prohibidas, Semana Santa imposible, los curas en sus casas, han estado al lado del secularismo y lo han visibilizado enteramente. Con todo, a cuenta y riesgo particular i contraviniendo las ordenanzas, algunos curas han salido paseando la Custodia como pavos, en unas manifestaciones medievales que han visibilizado, aún más si cabe,  una religión que no entra en contacto con la realidad de una sociedad solidaria.

En este mismo momento, los obispos han perdido la oportunidad de hacerse presente y estar a la altura de las circunstancias y no aislarse en un submundo en forma de gueto; no hace mucho, a renglón seguido los obispos salieron uno a uno en TV, amparados en las pantallas para solidarizarse con todos los españoles y proclamar que la tabla de salvación está en el Señor como espíritu puro, un ideal que nos viene de arriba, del cielo al que debemos dirigirnos. ¿Qué se puede hacer por los demás? ¿Consuelo, aceptación, más fe, más esperanza? Una confirmación de esta elección son las palabras del obispo Reig al exigir abrir las puertas de la iglesias para asistir a las eucaristías porque son el Cielo en la Tierra, antes que entender la Eucaristía que tiene como fundamento y significado el acto supremo de compartir el pan.

¿Causas de la pandemia según el Arzobispo? El laicismo, el paganismo, el deterioro moral, explicaciones animistas propias de quien desconoce la condición biológica y la del virus al que no cabe atribuirle intencionalidad alguna. Una explicación de un fenómeno natural explicado una vez más, en pleno siglo XXI, como un castigo de los dioses o sus conductas desviadas. Sorprende que ninguno de los tres prelados haya condenado al becerro de oro, el capitalismo desregulado que provoca que se acrecienten las desigualdades sociales de grupos, clases.

El obispo valenciano Reig dice:”la pandemia ha puesto en evidencia la precariedad humana y ha desenmascarado la mentira del individualismo humano”, estamos de acuerdo con el obispo, pero lo que no dice es cómo hay que superar este individualismo. Pues bien, ¿Donde se esconde especialmente el individualismo sino en ciertos estamentos , jerarquías o grupos que solo se creen en el derecho de proclamar desde la verdad y ser escuchados, pero no en escuchar y compartir? ¡Qué singular y revelador que el mismo obispo sea el protagonista del mayor funeral de la historia de la Democracia por los muertos del Covid-19, que se celebrará en la Catedral de Alcalá de Henares, respondiendo a iniciativas de Hazte oir y grupos afines. Esta claro que el obispo Reig se constituye, por méritos propios, como la auténtica “Vox eclesiae”.

Por su parte el arzobispo Cañizares ya  ha hecho el homenaje, de modo particular, con algunos de nuestros difuntos, si bien ha sorprendido que su memoria haya sido tan selectiva. De todos y cada uno guardaremos lo mejor de ellos sin necesidad de elevarlos a los altares, aprovechando el momento actual de incertidumbre y miedo para ocultar pasados que no deben olvidarse. En este sentido ha causado gran extrañeza y estupor que declare santo y mártir a alguien sin haber pasado por el proceso de beatificación pertinente y sí ha pasado por el juzgado con causas investigadas. De este modo declara inocente ante “la presunta condena por algo injusto” desautorizando a todo el sistema judicial que abrió diversas investigaciones de corrupción contra él, tras duras y largas instrucciones, con las garantías y derechos respetados.

Llegará el momento, pasado el confinamiento, en el que por necesidades del guión sanitario, no hemos podido despedir a tantos de los nuestros heridos de muerte por un maldito virus, que rindamos homenaje a todos por igual, hayan sido héroes o anónimos, jóvenes o ancianos. A todos y, de manera especial, a aquellos que por no morir del COVID 19, probablemente han recibido una atención médica menos intensiva o cariñosa.

Bien es verdad que en el cristianismo como movimiento existen organizaciones y creyentes a nivel individual que sí viven un compromiso, en algunos casos radical, de solidaridad y de humanismo. Es verdad que los obispos tienen ejemplos entre sus hermanos como Oscar Romero, Pedro Casaldáliga y aquí el obispo emérito Santiago Agrelo comprometidos con su pueblo, en alguno hasta el martirio, pero seria ejemplarizante que algún obispo español, entre tantos, que con palabras y hechos visibilizara el compromiso, y fuera una voz discordante con las declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal poniendo peros a la decisión de un gobierno progresista sobre una medida de justicia, la Renta mínima, que favorece a los que quedarán en la cuneta. Porque  el Cristianismo además de Institución es movimiento y desde este discernimiento comprobamos que en nuestra diócesis existen en animación  comunidades de base, redes cristianas, comunidades anónimas, cristianos del dissabte, Forum Cristianisme i Món, una larga historia de curas, religiosos y religiosas comprometidos con los más desfavorecidos, curas obreros, experiencias evangélicas a las que la Jerarquía difícilmente identifica como “pertenecientes” y ha procurado ignorar. Todos ellos sintiéndose fortalecidos por el edificante i heroico testimonio del Papa Francisco.

Quienes  están dando un testimonio y hacen realidad en estos tiempos el mensaje de Jesús son todos aquellos que están implicados en las tareas de ayudar a los necesitados en esta pandemia. Jesús tuvo como principal discurso las bienaventuranzas, porque de ellos es el reino: “bienaventurados los que sufren, los enfermos, los que tienen hambre, los pobres reales –no los que lo sean en sólo espíritu-“, Como ejemplo de anticipación se muestra la del alcalde de Cádiz que no sólo con palabras sino con hechos ha puesto también su patrimonio y hacienda.¡Qué inspirador del mensaje del Evangelio hubiera sido ver algunos Templos estratégicos que han estado cerrados al culto en estos días, convertidos en hospitales de apoyo para atender el cuidado  a los enfermos de la pandemia!. ¿De donde proviene el miedo a esta decisión profética? Se estaría venerando al Señor, más presente que nunca: “estuve enfermo y me curasteis, necesitado y me socorristeis”. Y no sólo templos, podrían ser algunas otras instalaciones de las muchas que posee la Iglesia.

Si lo que hoy se requiere es construir una sociedad menos desigual y más solidaria, quizás la Iglesia debería replantearse algunas cosas de sus prioridades, y un excelente signo de voluntad y compromiso evangélico, sería renunciar voluntariamente a su condición de privilegio en la que habita en este Estado nuestro, tan debilitado por estas tremendas circunstancias no pasajeras. Predicar la verdad que cree no requiere tantas propiedades, ni tantas exenciones, ni alianzas, pues el cesarismo no es buen camino en los tiempos que corren.

Firmado: Juan Pascual, Paco Gramage, Carles Bay, David Albert

divendres, 1 de maig del 2020

Hem de fer valdre la nostra raó; Francesc Jover

Autor Francesc Jover. Enviat al Nihil Obstat el 1 de maig de 2020
[Aquest article ha estat publicat per de ferents mitjants digitals]


El confinament al que estem sotmesos per la maleïda pandèmia ens dona temps a fer coses noves que mai havíem fet. Sobretot ens dona temps a pensar, potser més que ho havíem fet fins ara. Sense necessitat de tragar-me el bombardeig mediàtic, estic convençut que la cosa és greu, potser més greu del que diuen i volen. No o dic solament pels milers d’essers humans que han perdut la vida, doncs solament per això ja ens lleva la són. Ho dic pel que ens espera després. A tothora sentim dir, una i altra volta, que al eixir d’esta res no serà igual. Això no cal que ens ho juren.

Potser que l'excés de temps que estem confinats ens ha fet desficiosos i ens faça elucubrar coses rares. Però tot i així, m’aventure a pensar i dir que es trobem envoltats globalment per tres sectors socials que convivim junts: un que no es deixa veure però que està sempre omnipresent; és a dir, l’alt poder financer. L’altre és l’administració política que són gestors al servei dels primers. La resta som tots nosaltres. Podria dir-se d’una manera més fina i culta, però aproximadament s’arribaria al mateix lloc. Deixeu-me fer un parèntesi. (He dit això dels polítics sense renunciar allò que deia Fuster: «si no feu vosaltres política us la faran», però ací afegiria, «la política que us deixen fer» i em roda pel cap que Joan Fuster ho acceptaria).

També podem adonar-nos que durant la història hi han hagut tres tipus de catàstrofes: les guerres, les crisis del sistema capitalista i les causes naturals (pandèmies, tsunamis, etc.) Potser  les causes que creiem naturals, almenys algunes d’elles, podíem classificar-les com produïdes per l’activitat humana. De fet, sembla que he llegit en algun lloc que des de l’època medieval les epidèmies han sigut causades per la contaminació humana. 

El fet és que després de cada catàstrofe, de les tantes que han hagut a traves del temps, la societat es transforma. La micro economia canvia de mans i la macroeconomia fa un reajust i augmenta el seu poder. El que mai no ha canviat, i tampoc ara ho farà, és que els perdedors sempre són els mateixos, els més desgraciats, les classes més vulnerables. Això ho veu fins i tot el que destaca per no ser molt espavilat.

Curiosament quan la classe preponderant que mou els fils  se’ls escapa de les mans una situació, s'afanyen per demostrar solidaritat i intenten reajustar el desequilibri, les conseqüències i les responsabilitats. A més, ho intenten justificar amb raonaments paternals, tirant mà del sistema caritatiu com «els Plans Marshall».

Quan l’origen de la catàstrofe és natural (en el cas que aquesta pandèmia siga natural) pot canviar alguna cosa i en un gran esforç de solidaritat tots es declararen coresponsables. Però, amigues i amics, sóc de l'opinió que en el fons res no canvia. A les còleres del segle XIX, on globalment hi hagueren deu milions de morts, les classes benestants podien anar-se’n a la segona residencia per aïllar-se de la malaltia, però els afectats que n’eren molts, se’ls confinava en «Lazaretos». Si escarbem una miqueta trobarem per tots els pobles i ciutats llocs que han servit  de  «Lazaretos».

Actualment, quan hem arribat a la cresta d’avanços tecnològics, es trobem en la mateixa situació. No hi ha res de nou; com sempre, l’equitat ètica, la racionalitat distributiva on tots els essers humans havien de tenir garantits les seves necessitats, no les tenim assegurades.

És de veres i hem d’acceptar-ho, que tots hem pogut ser responsables proporcionalment de l’actual situació, tot i que he de destacar que tots i cadascú a la seva justa mida. No més. Però, si hem de pagar factura d’aquesta pandèmia hem de esforçar-nos tots tres sectors plegats perquè hi haja una proporcionalitat equitativa i ètica. A més a més, quan dic proporcionalitat equitativa i ètica vull dir que els més impotents de tots són el tercer sector que és majoritari. Això no vol dir de cap de manera que hem de quedar-nos amb una actitud victimista de voler ser tractats amb caritat. Ens declarem plenament segurs de tindre el mateix nivell de capacitat i mereixement, si més no, del que ens pertoca. Per la qual cosa exigim com a mínim que el poder financer s’humanitze, que és mostre civilitzat al màxim i que siga el primer que s’aprete la corretja; que l’administració política prenga una actitud plenament ètica i que nosaltres, els més vulnerables, adoptem un estil de vida responsable, conscient, clàssic si voleu per eixir al carrer, de dir no a la manca de sensibilitat i desproposit, i de fer valdre sempre amb seguretat la nostra majoria i raó. 


Francesc Jover