.JESUCRISTO Y EL TERRORISMO RELIGIOSO, por RAMÓN GASCÓ

Más de uno podría pensar que bajo un título tan espectacular yo quiero aprovechar la ocasión por lo menos para llamar la atención, ya que nadie puede sospechar, que pretenda sacar algún provecho económico de nuestro Boletín NIHIL OBSTAT porque son bien conocidos sus limitados recursos económicos. 

Digo esto porque en los numerosos comentarios que se han hecho estos días al acontecimiento de Paris, ninguno se refiere a Jesús de Nazaret, ni siquiera pensadores como Leonardo Boff, Reyes Mate, teólogos de reconocido prestigio lo han hecho en sus recientes artículos publicados en ATRIO, KOINONÍA y EL PAÍS (17-01-015) 

Siendo así que Jesús de Nazaret, según la historia narrada en los cuatro Evangelios y todos los textos de Nuevo Testamento, fue víctima, se puede decir así, del fundamentalismo religioso de Israel su pueblo. La sentencia de muerte violenta ejecutada en la cruz fue por iniciativa de las autoridades religiosas del Templo de Jerusalén. 

Antes de dirigir la vista a otro lado, conviene recapacitar que el paso de los dos mil años no ha desvirtuado aquellos acontecimientos en los que se fundamenta la religión cristiana. Por eso mismo la persona de Jesús de Nazaret es clave para interpretar y analizar sucesos como los actuales del terrorismo. 

Parecerá contradictorio pero la victima fue Jesús quien dedicó su vida a predicar las relaciones del amor de Dios a los hombres y el amor de estos entre sí. 

El plus del cristianismo es un paso añadido al mandato del amor, reconocido en casi todas las religiones, que su fundador fue victima de la violencia más cruel. 

Jesús no sólo se enfrenta a las raíces de la violencia del fundamentalismo religioso, sino que por eso él mismo es su víctima. 

Jesús no sólo no toleró en modo alguno ese comportamiento, sino que fue víctima del desafío. 

Pero como dice Reyes Mate en su análisis de las víctimas: "La víctima no pide que la compadezcamos sino justicia”, que sirva de escarmiento para que no se vuelva a repetir. 

Lo último que se me ocurre es aprovechar ninguna clase de superioridad del cristianismo sobre las otras religiones, que supusiera además un obstáculo para el Ecumenismo. 

Exclusivamente señalo la integración del Dios de Jesucristo en el sufrimiento humano y que nuestro Dios no es ajeno a ninguna tragedia. Porque como ha dicho Josefina Aldecoa: “La vida humana es tan frágil, que no he podido entender nunca la saña acumulada que se emplea para destruirla”. 

Lo peculiar del cristianismo es que Jesús se identifica como una víctima más de la violencia y de la injusticia y no sólo es defensor de la paz y el amor. Y que por lo tanto Dios se implica personalmente en ese misterio del mal. 

Jesús en la cruz no pide compasión para él sino perdón para los terroristas que le ejecutan. “Perdónalos porque no saben lo que se hacen.”dice como últimas palabras. 

Soy consciente por otra parte de que, en este campo de la violencia, la religión cristiana tiene ​mucho que esconder. No sólo ni principalmente por la espada que sacó Pedro en el Huerto de Getsemani, ni los ejércitos de las cruzadas promovidas y alentados por los Papas.  Muy cerca en el tiempo hemos tenido el abuso del nombre de Cristo Rey durante el franquismo para la represión y violencia.

Termino con otra cita de Reyes Mate y luego una pregunta. “Esta es la lección de la historia y el consejo de sabios como Gandhi, Luther King, Francisco de Asís y Francisco de Roma.” 

Y mi pregunta por qué entre estos grandes y conocidos personajes de la Hª  del pacifismo no se nombre a Jesucristo. 

RAMÓN GASCÓ.