RESPONSABILIDAD

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dijous, 16 de gener del 2014

ESTOY MÁS QUE HARTO DE AUTOFLAGELACIÓN.-Ramón Gascó

                                    

         Efectivamente estoy harto, porque le hemos dado veinte mil vueltas y nos hemos sentido culpables otras tantas de lo que ocurrió dentro del Seminario de Moncada en la postguerra. Yo desde luego no quiero hacerlo una vez más. Por el contrario me interesa buscar las causas y explicaciones de lo que nos ocurrió en nuestras adormecidas conciencias.

         Y no sólo, ni principalmente para descargar la conciencia, sino para sacar lecciones y provecho.

         Comienzo, pues, denunciando la inconsciencia, en que vivimos aquellos años de nuestra infancia y adolescencia, y ello fue gracias a dos causas principalmente: la educación machaca y la memorización del CATECISMO y el cultivo intenso de los sentimientos de temor y la CULPABILIDAD.

 Me atrevo a decir, aún a riesgo de exagerar, que esa cerrada educación fue como un muro, que construyeron a nuestro alrededor, que nos impidió primero conocer el mensaje liberador del Evangelio y segundo nos obstruyó la comprensión del paso dado por la Ilustración en Europa, sobre la autocrítica y la libertad de conciencia. El “sápere aude” kantiano, que trasformó la mentalidad moderna europea, estuvo silenciado y a veces anatematizado en aquel mundo del Seminario.

Consiguieron que viviéramos en una especie de limbo en el que esas dos cosas, el Evangelio y la Ilustración, básicas para la libertad y la autocrítica, ni las presumíamos. Es bien curioso, y me doy cuenta ahora, de que hasta cierto punto nuestro programa coincidía con el mismo lema del Islam: “Confía en Alá y sé sumiso”.  

Aunque es difícil, quisiera acertar en la explicación de este fenómeno de nuestra intra-historia.

-¿Por qué disfrutábamos de buena conciencia, ahogados en tal ambiente de inconsciencia?

            Lo más desmoralizador es la sensación que teníamos la mayor parte de nosotros, no sólo de que no había otra alternativa, sino que este era el mejor sistema que  podríamos soñar.

Era ya sacerdote y estudiando en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma durante el Concilio, cuando desperté de ese sueño de sumisión.
 A la vez descubrí el sentido liberador del Evangelio y el “sapere aude” de la Ilustración. Y como consecuencia experimenté la libertad interior, que me capacitaba para analizar sin prejuicios los problemas personales y sociales. Cuando conocí ambas cosas, comprendí lo fácil que es la inconsciencia y sobre todo advertí mis limitaciones sobre ella.
 Eso mismo me ayudó a comprender los fanatismos y no sólo religiosos. Y desde entonces la tolerancia para mí es esencial en la convivencia.

Avanzar en la autoconciencia es como ganar altura y con ella ampliar el campo de perspectiva, que cuando no se tiene, ni se sospecha  su existencia. Por todo esto es por lo que de aquella época me disgusta continuar buscando culpabilidades y por el contrario aspiro a guiar a quienes desean también su liberación.
Tal como he dicho en el título: la autoflagelación me disgusta y más aún la intolerancia e incomprensión hacia quienes sufrimos la sumisión en aquel mundo.

NOTA.-
En otro comentario de nuestro Boletín NIHIL OBSTAT sobre la famosa visita de Franco al Seminario de Moncada, veo un ejemplo paradigmático de aquel ambiente.

  "A Carlos Augusto, coronado por Dios, emperador poderoso y pacífico, larga vida y victoria"
(Carolo, piisimo Augusto a Deo coronato, pacificio magno et pacificio Imperatori, vita et vicotria).


http://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Carlomagno&oldid=29828#Despu.C3.A9s_de_su_coronaci.C3.B3n_en_Roma_.28800-814.29

De aquella visita recuerdo perfectamente varias cosas:
  •  Entre nosotros, los seminaristas, hubo de todo, pero ningún grupo de exaltados que podrían haber manifestado de alguna forma su entusiasmo.
  •  Menos aún hubo intentos de protesta. Exagerando un poco aquello nos pareció una especie de visita de un ser extraterrestre.
  • La Schola Cantorum estaba habituada a cantar como obligación normal y sin más, ante la visita de otros personajes, sobretodo de la Jerarquía Eclesiástica. El himno triunfal del imperio: VITA ET VICTORIA.
  • Y termino trayendo a la memoria una anécdota curiosa y muy significativa. Un condiscípulo mío consiguió, de puro milagro con riesgo por su atrevimiento, estrecharle la mano al Caudillo. Y como luego presumiera de ello, recuerdo que fue la mofa y burla por mucho tiempo entre sus compañeros. Todo el mundo le preguntaba si aún no se había lavado la mano que había tocado aquel Caudillo salvador de la patria.
       El infeliz no caía en la cuenta del grotesco ridículo que estaba haciendo.
                 
RAMÓN GASCÓ



4 comentaris:

  1. Comentario de AGUSTÍN ANDREU:
    Ramón: En mi próximo libro (SIDERACIONES SAMARITANAS DEL MAESTRO MIQUEL ESPINÓS) trato definitivamente por mi cuenta (tengo los 85 cumplidos y voy hacia los noventa) de aquellos años cincuenta y de lo que significaron no sólo para nosotros seminaristas sino ciivilizacionalmente para las confesiones religiosas con sus estrecheces, que reflejaban la estrechez de todo en aquellas sociedades que no aprendían ni con guerras de decenas de millones de muertos. Se muere como se ha vivido, y se siente uno peldaño pero con un ideal de dignidad, libertad y eficacia. Un abrazo, Agustín Andreu

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  2. Tienes mucha razón, querido Ramón. En nuestra infancia y adolescencia nos instruyeron con la Historia escrita y propagada por los vencedores: Qué héroes habían sido venciendo a los rojos, auténticos anticristos. Los nacionales, Cruzados, luchando por Dios y por España. Hasta la Jerarquía les aplaudía y levantaban el brazo.Teníamos un Caudillo por la gracia de Dios. Cuánto había que agradecer a ese gran hombre, tan cristiano y de comunión frecuente. "¡Franco sí, comunismo no!"... Y se nos ocultaba la verdad. Nadie osaba contradecir esa doctrina de la Formación del Espíritu Naciona, ni mostrarnos una historia objetiva y real. ¿Eran todos franquistas o falangistas, o tal vez pusilánimes? Fue más adelante cuando descubrimos la macabra figura del Dictador, sus crímenes, asesinatos, falsedades, traiciones, endiosamiento, autoritarismos... Y gracias a Dios, la verdad se fue abriendo paso. ¡Qué inocente ignorancia la nuestra! Fuimos engañados. Por suerte hemos evolucionado con la libertad y satisfacción del ciego que ahora ve y la pena de haber vivido en el error. Y en el Seminario se vivía, entonces, aislados en un mundo distinto, fuera de la realidad y en una espiritualidad "angelical" hasta que abrimos los ojos. Con el tiempo, vamos creciendo no sólo en edad, sino en todos los ámbitos, siempre aprendiendo de los que mejor y más saben, en cultura, teología, espiritualidad, etc., aprovechando nuestra consciencia de no saber y seguir tenazmente buscando la luz...
    Al menos, para mí, más o menos, esos son mis recuerdos de aquellos tiempos. Seguramente otros sabrán explicarse mejor. Disculpas.
    Un abrazo.
    Antonio Lagarda.

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  3. Comentari de Paco Gramage:
    L'escrit de Ramon manifesta, amb molta sinceritat, les vivències seminarístiques dels 50-60. A còpia de ser igualment sincers, i per a la vostra tranquil.litat, la nostra generació hem d'grair el haver rebut de vosaltres les dotacions necessàries que fecilitaren, ja aleshores, la digestió crítica que feu possible que no greguérem en moltes de les ventures al.ludides. Un abraç. Paco

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  4. Agustín, espero con ilusión tu nuevo libro sobre los oscuros años 50. Precisamente fuiste tú, F. Cubells los primeros en abrirme los horizontes nuevos del pensamiento libre, cuando todavía erais compañeros de estudio. También comulgo contigo en los temores, mezclados con las ilusiones del Papa Francisco. R. Gasco

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