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dimarts, 7 de març del 2017

JOSÉ LUIS LAZCANOITURBURU (Autobiografía)



Acompaño también una pequeña autobiografía que él mismo aportó para el colectivo de curas obreros, hace ya diez años, pero es encantador y lleno de humor, como era él.
Su recuerdo  y su ejemplo siguen siendo para  quienes le hemos conocido, una referencia.
Adiós, José Luis. 

Deme Orte 

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Soy hijo de una familia numerosa. Conocí de pequeño los avatares de la más que triste guerra civil. Al final de la misma ingresé en el seminario que los Canónigos Regulares de Letrán (qué bien suena esto) tenían en Oñate, mi pueblo natal.
En dicho seminario, con más calor humano, porque los seminaristas éramos casi todos cercanos, hijos de la postguerra, hambre y poca chicha, con más calor humano repito que pretensiones académicas, terminé mis estudios y me ordenó sacerdote el Obispo catalán Font Andreu en el glorioso año eucarístico del Congreso de Barcelona. Los que sean de mi quinta, más o menos, se acordarán del glorioso cántico de “De rodillas…”


Del 51 al 61 ejercí en el Seminario, que “me maduró”,  de profesor de latines y otras historias con algún carguito de promedio como ayudante de maestro de novicios, de profesos, o de seminaristas.
El año 61 me levantaron a los altares con un cargo que suena muy bien, pero que en realidad no era nada: Rector del Colegio Internacional de los Canónigos que iban a Roma a cursar carreras académicas en la Gregoriana, Angelicum, Bíblico, etc. Allí estuve con ese cargo del 61 al 64. Me sirvió mucho mi estancia en Roma, porque tuve la suerte de convivir con un gran hombre, Canónigo Regular, Giuseppe Riccioti, autor famoso, sobre todo en ese tiempo, de la vida de Cristo, Historia de Israel, Vida de San Pablo, de Jiuliano L´Apostata (La próstata decía él con gracia), Biblia y no Biblia, etc. etc.
Fue rica la convivencia, no por sus escritos, sino que a “pesar de ello” era un santo y sencillo varón, con quien recé gran parte de mis rosarios, en altas horas de la noche, cuando enfermo de próstata, me llamaba para hacerle compañía en sus largos insomnios. Rezábamos, bebíamos una copita de anís y me decía: Giusepino, questo fa bene.


En los años de Roma conocí al Cardenal Traglia “Obispo de Roma” que iba a visitar a menudo a Riccioti en su larga enfermedad. Recuerdo una vez que dejó sus capisayos para que los colgara en el perchero y le decía graciosamente a Ricioti: Giuseppe, si cuelgo todos mis capisayos en la percha y me pongo como hizo mi madre, el barrendero de la esquina de la calle y yo “iguales”. Por eso Riccioti no aceptó el cargo cardenalicio que varias veces le quisieron “regalar”, porque decía que esos capisayos eran “molto pessanti”. A parte de la relación personal con el citado santo varón, murió estando yo en Roma.
Tuve la suerte de hacer cursos cortos de espiritualidad en la Gregoriana y facultad de Espiritualidad de los Corazonistas. Conocí en aquel entonces a Díez Alegría, Alfaro Harin, profesor de moral, que venía al Colegio como confesor de los estudiantes. Estuve en la apertura del Concilio y estando allí murió Juan XXIII en cuyo entierro estuve presente. También tuve la suerte de participar en la eucaristía de la canonización de Fray Escoba, el indiecito, que subió a los altares más que ser fraile ejemplar, doctor en la “teología de la escoba”.
Cuando salíamos solemnemente, acabada la ceremonia de la canonización, yo con capisayos rojos por ser Canónigo, me vio casualmente un amigo del pueblo que había ido a Roma de viaje de bodas, y al verme me dice: “José Luis, qué haces ahí vestido de payaso.


Al cabo de tres años de vida romana, volví a Oñate, con el cargo de Maestro del seminario donde estuve en ese cargo en compañía ya hasta ahora de mi inseparable Antón. Con razón nos dicen ya a estas alturas que somos pareja de hecho.


El año 68, por avatares de la vida y cuyo relato no viene a cuento, aunque supuso todo un cambio en nuestras vidas, caímos en el Barrio del Cristo donde tuvimos como primeros compañeros de vida a Antonio Andrés que ya tenía su comunidad y Salvador Aguilar, Párroco del “Barrio de la cuchillada” como le llamaban en aquellos años.
Después de los primeros cuatro meses con ganas de nuevos horizontes, nuestro trabajo se limitaba a visitar algún enfermo, catequesis, oficina parroquial y no mucho más, y viendo todas las mañanas que el Barrio se quedaba vacío porque todo el mundo, andaluces en su mayoría, iba a ganarse su pan, los hombres a la construcción y las mujeres a fregar, tomamos la decisión de ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente, igual que todos los parroquianos, ya que de la sacristía no podíamos comer porque era “una vaca que daba poca leche”. Empezamos a trabajar como peones en la construcción porque “nuestra carrera” no nos había habilitado para un trabajo. Al poco tiempo nos dimos cuenta que en vez de saber lo que era la teología de la liberación, el trabajo de cada día nos iba liberando de la teología que habíamos estudiado.


En la experiencia de mi trabajo me ha tocado hacer labores más variopintas que podría imaginar. Después de dos años de trabajo en la obra, me hice cargo con un chaval de doce años, hermano mayor de una familia numerosa, de una mula parda y un carromato, con lo que nos dedicábamos en dos años largos, sacar escombros de las fábricas de cerámica de Manises. El jornal nos repartíamos en tres partes: una para la mula – carro, otra para el chaval y la tercera para mí.  El dueño de la mula, padre del chaval, compañero de trabajo, me enseñó la “carrera “ de carretero con dos palabras. Arriaca “palante” y sacarrere “patrás”. Y con cuatro tacos que me enseñaron los gitanos, compañeros de faena, aprendí a manejar la mula y el carro. Cuando en verano iba por las calles de Manises en pantalón corto y sin camisa, un dentista que después se hizo amigo, decía al verme pasar: He ahí un Canónigo. Y las beatas a su vez decían: He ahí un cura depradado. Al cabo de un año murió reventada la mula y en vez de comprar otro animal, nos dejó un dunper para que siguiéramos con la faena. A parte de sacar escombros de las fábricas, me dediqué también a vender melones y sandías por las calles de Manises y Quart de Poblet. Pobre Petra, mi madre, que seguro Dios la tiene en la gloria, me decía: Tanto estudiar para tan “poca cosa”, hijo mío.


A los dos años tuvimos que dejar ese trabajo por falta de escombreras cercanas, y volví a trabajar de peón en la construcción. Más de una vez me colgaron de los cataplines sin saber que era cura, y decían: Al mejor de los curas colgado de ahí y con cuerda de guitarra. Cuando se enteraban al cabo del tiempo que era cura, quien más quien menos, había sido monaguillo en su tiempo.


El año 1982, los Traperos de Emaus de Pamplona vinieron a Valencia en verano, con la finalidad de concienciar a la gente de que muchos de los residuos sobrantes de sus casas, podrían ser recuperados para su nueva utilización, evitando así ser desechados con su riesgo de empeorar el medio ambiente que nos rodea, y al mismo tiempo ofrecían esa labor a marginados y personas con dificultades de entrar en el mundo laboral. Les resultó positiva la experiencia de los tres meses, y lo recaudado en ella, entregaron  a una cooperativa de Sagunto.


A raiz de esto, un grupo de Comunidades del Barrio del Cristo, entre ellos Eutiquio y Antonio Andrés, pensaron dar continuidad a la labor temporal de los Traperos de Pamplona, y me insinuaron si estaba dispuesto a emprender esta tarea junto con otros cuatro: Uno, exlegionario y recién salido de la cárcel de La Coruña, hijo de un barrendero compañero de Eutiquio, otro recogedor callejero de cartón – chatarra, por lo tanto con bastante “carrera” en el tema, y otros dos jóvenes que vivían fabricando pequeños objetos cerámicos que vendían en los mercadillos.
Con la filosofía de empeñarnos en contribuir con nuestro pequeño esfuerzo a evitar el deterioro de la naturaleza, y que ese trabajo fuera destinado, en caso de que el proyecto fuera adelante a gente marginada, emprendimos la marcha en marzo del 83.


A partir de esa fecha hasta hoy 2007, hemos caminado y progresado lentamente con nuestras dificultades, y ahora somos  dieciocho los que llevamos las tareas del Rastrell, nombre con que denominamos a nuestro proyecto. Hemos tenido como compañeros de trabajo a muchísimos jóvenes de todo tipo. Algunos salidos de la cárcel; estuvieron con nosotros alguna temporada y volvieron otra vez a sus chabolos carceleros y han muerto de sida. Otro Brasileño, muy majo por cierto, agobiado por problemas familiares, sobre todo por su madre que dormía en la calle, se nos ahorcó. Otros, después de trabajar en recogida y reciclaje, volaron a otras faenas.


Y qué objetos recogemos? De todo. Porque nos sobra de todo. Para muestra de la diversidad de objetos reciclados, hemos recogido desde un solideo auténtico de PioXII hasta un orinal. Vaya si hay gamas de posibilidades entre uno y otro. Por cierto, el susodicho solideo lo recogimos en el palacio de los Condes de Trenor, a quienes en una de las audiencias papales, les obsequiaron con dicho regalo; y ahora al cabo de los años, a los herederos no les decía “dicho trasto”. En vez de ponerlo en venta en nuestro Rastro, se lo regalamos al Obispo Sanus, relegado en la Diócesis por sus “ideas progres”


En la actualidad, ya jubilado, continúo trabajando en el proyecto haciendo faenas que no exigen esfuerzo físico hasta que la “máquina” aguante y diga como Diamantino: “Me voy”



6 comentaris:

  1. Me emociona este relato de José Luis, de quien me he considerado amigo desde el tiempo del barrio del Cristo hasta nuestras reuniones en Malvarrosa. Ese canónigo, rector de un colegio en Roma, consuelo del gran Riccioti amigo de Traglia, llevando un carromato de escombros con pantalón corto y sin camisa por las calles del beato Manises... José Luis, vivirás siempre en mi corazón y desde luego en el corazón de Dios de quien desde niño has sido amigo fiel.

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  2. Comentario de Joseluis Porcar:
    Yo no sé si es porque a los ancianos la emotividad se deja ver espontánea o no importa el motivo de mi organismo, este cuerpo que acompaño con ganas. Lo que quiero gritar sin estridencias con un sentimiento de que la vida merece la pena, es un asombro, hay energía que nos conmueve, eso literal, nos empuja a seguir camino, lo que quiero expresar es el sabor del itinerario de José Luis Lazkanoiturburi Korkostegi. No tiene desperdicio, precisamente él que dedica gran parte de su recorrido al reciclaje de los desperdicios.
    ¡Qué humanidad inmediata, sin recovecos, que te mira a los ojos, sonríe y sopla aliento de que lo que hay en mí y a mi alrededor, sea lo que sea, merece la pena! ¡Qué sentido del humor tan al alcance de la mano y tan profundo, con la carátula simpática del acierto en la diana donde coinciden varios sentidos dispares y con la carga de profundidad que la desnudez de los mismos multiplica! ¡Humor humano, humor del asombro de vivir, humor de Francisco de Asis, humor de José Luis con una pareja de apellidos de un quítame allá eses pajas!
    La mare que va!!! “Rezábamos, bebíamos una copita de anís y me decía: Giusepino, questo fa bene”. “José Luis, qué haces ahí vestido de payaso.” “Tanto estudiar para tan “poca cosa”, hijo mío.” “Me enseñó la “carrera “ de carretero con dos palabras. Arriaca “palante” y sacarrere “patrás”. “Para muestra de la diversidad de objetos reciclados, hemos recogido desde un solideo auténtico de PioXII hasta un orinal.”… La mare que va!!! Me voy a guardar todo el texto en que relata su vida, lo voy a imprimir, y quiero leerlo de cuando en vez pues viene a ser, es, un vaso de agua fresca del manantial de esta naturaleza viva que José Luis comparte desde su sencillez samaritana.
    Y me pido silencio, volver a la esquela en que una flor de las montañas de su país natal en un lado y su rostro en el otro lado con su nombre en medio encabezan su evangelio: aprendí luchando, deber terrestre, propagar la alegría.
    Gràcies José Luis, eskerrik asko, gracias.

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    1. PRECURSOR Y AMIGOS.-


      COMENTARIO de Ramón Gascó
      Esta mañana he tenido una alegría inesperada, cuando he abierto mis correos E.mail porque han aparecido juntos en dos blog de NIHIL OBSTAT los escritos de cuatro queridos compañeros. Dos con el mismo nombre de José Luis (vaya coincidencia ) el tercero Antonio Duato y el cuarto que no dice su nombre pero que yo me lo conozco bien, porque ha ilustrado con viñetas de humor mis escritos con tanto acierto que muchas veces con ellas superaba el sentido que yo buscaba en mis escritos. Él es el responsable de este blog desde su origen. Como él no lo dice yo tampoco. Y quien quiera saber más que vaya a Salamanca.
      He dicho “queridos compañeros” porque cada uno ha seguido la estela de Jesús pero en diversos caminos, todos por el terreno de la marginación, huyendo por decirlo así, del núcleo duro de la Iglesia.
      Nadie podrá negarme que sin ruido y aún siendo espinosos y dispersos los caminos y por los que hemos tenido que andar, han sido dispersos, muy atractivos y que ninguno de los cuatro ha añorado el camino abandonado del alto estamento eclesiástico.
      José Luis el sacerdote vasco de apellido imposible de recordar, y que desde la muerte como desde una atalaya nos acompaña y comprende.
      Nosotros también le comprendemos y le seguimos aunque parezca imposible con ilusión. Ramón Gascó. (7/8 de marzo)

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  3. Comentari de Joan Llopis:
    Després de vore el suculent comentari del Joséluis Porcar sobre el relat autobiògrafic del Joséluís Lazcanoiturburu, he tornat a llegir eixe relat i encara m’he afiançat en la meua primera impressió: ¡quina meravella de persona, quin ‘homenot’ que diriem ací, quin déu-fet-home o quin home-fet-déu (així, en minúscula, perquè ningú s’escandalitze)¡ Aquell Fill de Déu diuen que portava la Salvació, este vol portar l’alegria: “aprendí luchando que es mi deber terrestre propagar la alegría”. Ho deixa TOT (honors, prestigi, altituds jeràrquiques, poder) que per a ell és el NO-RES, perquè per a ell això no val res, i busca el NO-RES (treballs insignificants, pobresa, barris depauperats) que per a ell –i per a alguns- és el TOT (és la vida vertadera, les relacions humanes, l’ajuda desinteressada, la col.laboració fraternal). I ho expressa amb una senzillesa envejable, una ironia fabulosa, un humor extraordinari....” nos dimos cuenta que, en vez de saber lo que era la teología de la liberación, el trabajo de cada día nos iba liberando de la teología que habíamos estudiado”. Com diria Jesulín, en dos paraules: IMPRES-SIONANT. Gràcies José Luís.
    Joan Llopis

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  4. Comentari de Honorat Resurrección:
    Ahir dimarts vaig assistir a la reunió del Casal de la Pau que fa un dels equips. En entrant, vaig vore Abdú o Patrick i estava trist.
    -Què et passa? -preguntí.
    -Estic molt trist -em diu- perquè ha faltat el millor amic que he tingut.
    -No em digues que és José Luis? -li ho vaig preguntar perquè jo sabia que José Luis estava molt malalt i que Patrick havia fet per visitar-lo a l'Hospital de Manises.
    -Sí, i em sent molt malament...
    -Ho sap Isabel? -insistisc.
    -No li ho hem dit perquè es sentiria molt malament...

    Mentre José Luis va poder, cada setmana, normalment dijous, acudia al Casal de la Pau i es trobaven ell, Patrick i Isabel.
    Isabel -guerrillera a Colòmbia i empresonada durant anys no sé per quins motius- venia a propòsit, des de la residència de majors on viu des que deixà el Casal de la Pau. Estes trobades constituïen un motiu important d'alegria per a ella i per a Patrick i estic ben segur que també per a José Luis.
    La reunió era ben senzilla: els tres junts -José Luis, Patrick i Isabel- jugaven una aposta a les quinieles o a La Primitiva, prenien un cafè en el baret de Comte de Trénor i parlaven. En alguna ocasió també jo feia rotgle amb ells.
    A Patrick i a Isabel els dic que ho sent molt, de veritat. Els acompanye en el sentiment.

    Honorat Resurrección

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  5. No se si vaig coneixer a José Luis al Barri del Cristo, no em consta, pero vaig coneixer a Antonio Andres, Aguilar, Eustaquio, Fina, i tants d'altres. M'agradava l'ambient d'aquell barri i anava prou sovint. Eren els anys 60 i estava lluny de tindre cotxe. Com anècdota vaig tornar un dia a peu, xino xano, del Barri a València on vivia al carrer dels Lleons, 35. Era jove. No vaig demanar ningú que em portara. Però m'ho vaig passar mal perquè no acostumava a arribar tant tard a casa i no feia més que pensar en la meva dona que estaria angustiada. Aleshores és clar que no tenia mòbil. Entranyable època, entranyable gent: Antonio Duato, Honorat Resurrecció i el seu germà Paco, Benedicto, i tants d'altres. Un acte per preparar el Primer de Maig en l'ermita de Vinalesa acompanyant a Paco Fayos que feia una xarrada sobre "Cristo Obrero", tots tres amb el suport del Vicari general oriound d'Ontinyent que despres va ser bisbe d'Eivisa (no m'ix el nom ara mateix). Vaig haver "d'arrancar" a Gonzales Moralejo el compromis que estiguera present a Vinalesa, per tranquil·litzar a l'alcalde per fer aquell acte.
    La segona part de la biografia del canònic Jose Luis retracta l'època i el seu meravellos futur que veiem. La història ens ha confirmat quina part de la biografia d'aquell mossén va ser la més important. Un detall que ens confirma i que ens situa personalment, malgrat tot, en el bon camí.

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