RESPONSABILIDAD

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dissabte, 19 de novembre del 2016

DE NUEVO SOBRE LOS MUERTOS. Antonio Roig Roselló

Querido amigo Herrero:
Te envío un escrito para publicar en el "Nihil Obstat", si lo ves oportuno. Es mi contribución a la discusión surgida a propósito de los difuntos.
Un abrazo. Antonio.



El paso del sueño a la plena conciencia es ir descorriendo cortinas y abriendo ventanas. Luego nos instalamos en la gris cotidianidad que se impone con sus asperezas.

Hoy no ha sido así.

Dormía y ya no dormía. Me arrancaba del sueño como un cojo con muletas y transitaba por el pasadizo de las ensoñaciones con una dulce aprensión. Quizá no quería despertar. Quizá quería prolongar el sueño y seguir escuchando la voz de mi hermana. Era Juana la que hablaba. La que fui a llorar el 6 de febrero de 2015. La que enterramos el 10 de febrero. Y, sin embargo, era ella la que hablaba y yo el que razonaba al hilo de sus palabras. Decía ella:

-Podríamos comprar esa casa.

Y yo miraba esa casa. No donde ella murió: era otra casa que había existido en mi infancia y que ya no existía. La derribó el progreso desaforado de la isla, la piqueta demoledora de tantas cosas. La vivienda que mi hermana señalaba no era bonita. Incluso tenía el inconveniente de las escaleras. Un primer piso -sin ascensor- al borde de la carretera. Un balcón donde asomarse era lo único que prestigiaba el piso que mi hermana estaba señalando. Por lo demás, la cornisa que soportaba ese balcón estaba desvencijada. Claramente podían observarse cascotes que se desprendían y evidenciaban el mal estado general del inmueble. 

Pero yo -no sé si el niño que fui o el anciano que soy- no reparaba en ello. Tampoco en que, de adquirirse habría que proceder a un urgente dispendio para reparar los exteriores. Sólo un detalle consideraba que me llenaba de alborozo y ni siquiera veía o formulaba. Era una intuición no pronunciada, alegre, arrolladora como un torrente inaplazable.

-Si Juana quiere comprar una vivienda es porque ya hace planes para volver.

-Va a volver -concluía.

Eso me decía yo mientras, cojo con muletas, adaptaba mis ojos a la luz cegadora de la realidad del nuevo día.

¿De dónde esos sones lejanos de trompeta, ese perfume sutil e inaplazable que ha llenado todas las horas transcurridas entre el sueño y ese momento en que, para no olvidarlo -para nunca olvidarlo- he decidido trasladarlo a ese papel?

Antonio Roig Roselló 
Valencia, jueves 17 de noviembre de 2016.







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