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dilluns, 3 de març del 2014

PUNTUALIZACIONES A MIS REFLEXIONES SOBRE EL ABORTO (Manuel Palomar)



Con mi aportación a Nihil Obstat de las reflexiones acerca del aborto, pretendía indicar que deberíamos tener una cautela, la cual no aparece cuando se hacen las distinciones entre concepción, mórula, embrión o feto.
La eutanasia, por la información que nos muestra el Maestro D.K. en el libro “La curación esotérica”, es competencia del curador, capaz de captar el propósito del alma. Para nosotros la muerte es algo muy trágico, por nuestro enorme apego al cuerpo físico y por la creencia asumida en nuestra cultura occidental de que sólo se vive una vez. Pero visto desde el plano del verdadero Yo, con el cual debemos identificarnos eliminando la brecha que separa a nuestra conciencia personal de la conciencia superior, el cuerpo físico es un mero instrumento, que se puede descartar para en su lugar obtener otro, del que se apropiara el alma en la siguiente reencarnación.
Acelerar la muerte del cuerpo del paciente con una enfermedad irreversible y gran limitación, se supone que el paciente se inclina también por no dar más continuidad a su cuerpo físico. Pero el paciente, en todo caso, igualmente debe escuchar la voluntad de su alma.
El problema esta por tanto en poseer certeza en conocer el propósito del alma del enfermo o del feto. El primer acercamiento para tener la seguridad de acertar en el conocimiento de ese propósito está en nuestra capacidad de conocer el propósito de nuestra propia alma respecto a la actual que somos nosotros. Esto se va obteniendo cuando se logra la continuidad de conciencia alma-personalidad, y una pureza de vida que conduce a la identidad de la propia voluntad con la voluntad del alma. Cuando esto ocurre aparece también el despertar de la facultad superior de conocimiento que es la intuición y con ella la revelación del propósito de la propia alma.
Al mismo tiempo que se alcanza este nivel evolutivo, aparece la percepción de que todas las almas son expresión de la misma Realidad espiritual. Esta vivencia es propia de la percepción espiritual y coincide con el reconocimiento de que la Presencia está en todo, en nosotros mismos y eso lo central de nuestro ser; es una percepción que se adquiere cuando se abre “el tercer ojo”.



La percepción intuitiva es una cualidad natural del Iniciado, quien está en total identidad con la Realidad espiritual; por tanto es un grado de evolución que nos queda aún algo lejos, pero antes de haber recibido la tercera Iniciación, podemos adquirir reconocimientos puntuales, propios de ese alto estado de percepción. Los reconocimientos son percepciones de breve duración, pero comportan capacitación en los instantes en que se alcanza. No se camina a la luz del día, pero los breves relámpagos permiten adelantar en el camino en medio de la oscuridad de la noche.
La percepción del propósito del alma no queda, pues, a merced del número de doctores especialistas que se reúnan en consulta para decidir sobre la muerte del paciente.

La otra reflexión que se desprende de lo que dije es la de que actualmente la humanidad en general todavía no esta capacitada para el reconocimiento de la voluntad del alma, pero esto será irá generalizando conforme nos adentraremos en lo que se ha venido a llamar “el Quinto Reino”, el quinto reino por venir, el Reino supermental, en el cual la humanidad está entrando según entra en la Era de Acuario. A la conciencia supermental ascendemos por medio de la meditación, que nos conducirá finalmente al estado meditativo.
Y aunque no sea una capacidad general, con la reaparición de Cristo, que va a ocurrir en fecha relativamente muy reciente, pronto se establecerá un nuevo estado de opinión, y ocurrirá el acercamiento hacia aquellos más elevados entre nosotros que si conocerán el propósito de las almas para situaciones límite. A ellos se pedirá consejo.

 Manuel Palomar



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