Con mi aportación a Nihil Obstat de las reflexiones
acerca del aborto, pretendía indicar que deberíamos tener una cautela, la cual
no aparece cuando se hacen las distinciones entre concepción, mórula, embrión o
feto.
La eutanasia,
por la información que nos muestra el Maestro D.K. en el libro “La curación
esotérica”, es competencia del curador, capaz de captar el propósito del alma.
Para nosotros la muerte es algo muy trágico, por nuestro enorme apego al cuerpo
físico y por la creencia asumida en nuestra cultura occidental de que sólo se
vive una vez. Pero visto desde el plano del verdadero Yo, con el cual debemos
identificarnos eliminando la brecha que separa a nuestra conciencia personal de
la conciencia superior, el cuerpo físico es un mero instrumento, que se puede
descartar para en su lugar obtener otro, del que se apropiara el alma en la
siguiente reencarnación.
Acelerar la muerte del cuerpo del paciente con una
enfermedad irreversible y gran limitación, se supone que el paciente se inclina
también por no dar más continuidad a su cuerpo físico. Pero el paciente, en
todo caso, igualmente debe escuchar la voluntad de su alma.
El problema esta por tanto en poseer certeza en conocer el propósito del alma del
enfermo o del feto. El primer acercamiento para tener la seguridad de acertar
en el conocimiento de ese propósito está en nuestra capacidad de conocer el
propósito de nuestra propia alma respecto a la actual que somos nosotros. Esto
se va obteniendo cuando se logra la continuidad
de conciencia alma-personalidad, y una pureza
de vida que conduce a la identidad
de la propia voluntad con la voluntad del alma. Cuando esto ocurre aparece
también el despertar de la facultad
superior de conocimiento que es la intuición y con ella la revelación del
propósito de la propia alma.
Al mismo tiempo que se alcanza este nivel evolutivo,
aparece la percepción de que todas las
almas son expresión de la misma Realidad espiritual. Esta vivencia es
propia de la percepción espiritual y coincide con el reconocimiento de que la
Presencia está en todo, en nosotros mismos y eso lo central de nuestro ser; es
una percepción que se adquiere cuando se abre “el tercer ojo”.
La percepción intuitiva es una
cualidad natural del Iniciado, quien está en total identidad con la Realidad
espiritual; por tanto es un grado de evolución que nos queda aún algo lejos,
pero antes de haber recibido la tercera
Iniciación, podemos adquirir
reconocimientos puntuales, propios de ese alto estado de percepción. Los
reconocimientos son percepciones de breve duración, pero comportan capacitación en los instantes en que se alcanza. No se
camina a la luz del día, pero los breves relámpagos permiten adelantar en el
camino en medio de la oscuridad de la noche.
La percepción del propósito del alma no queda, pues, a
merced del número de doctores especialistas que se reúnan en consulta para
decidir sobre la muerte del paciente.
La otra reflexión que se desprende de lo que dije es
la de que actualmente la humanidad en general todavía no esta capacitada para
el reconocimiento de la voluntad del alma, pero esto será irá generalizando
conforme nos adentraremos en lo que se ha venido a llamar “el Quinto Reino”, el quinto reino por venir, el Reino supermental, en el cual la
humanidad está entrando según entra en la Era de Acuario. A la conciencia
supermental ascendemos por medio de la meditación, que nos conducirá finalmente
al estado meditativo.
Y aunque no sea una capacidad general, con la
reaparición de Cristo, que va a ocurrir en fecha relativamente muy reciente,
pronto se establecerá un nuevo estado de opinión, y ocurrirá el acercamiento hacia aquellos más
elevados entre nosotros que si conocerán
el propósito de las almas para situaciones límite. A ellos se pedirá consejo.
Manuel Palomar
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