Enrique,
Acabo de leer una entrevista del ínclito Reig y he quedado boquiabierto. Se me ha ocurrido escribirte estas notas para pedirte, si estimas oportuno, abrir en tu blog un turno abierto de comentarios acerca de los despropósitos de este Obispo inmisericorde.
No estaría mal conocer la opinión de los mortales ante el posicionamiento de este Prelado ante esta tragedia humana del corona-virus (aprovecho para desear que tú y los tuyos estéis librando bien esta batalla y este confinamiento). Parece cortado a la medida de PÍO XII: rezaba por la paz mundial pero sin condenar el fascismo (Hitler y Musolini y Franco).
Te pego a continuación la entrevista. Antes, dos párrafos mios con los que intentaba desahogarme.
Un abrazo. Juan.
PÁRRAFOS (Juan Pascual)
PÁRRAFOS (Juan Pascual)
Que alguien sea Obispo de la Iglesia católica no es condición necesaria para ser desaprensivo, pero algunos lo son y en grado sumo. No solo se permitió pontificar, vestido con sus mejores galas liturgicas ante la TV13, encomendándose a Dios, sino que a los humanos, tan necesitados en estos tiempos de pan y casa, de salud y economía para salir como se pueda de esta crisis, nada les ofreció solo la exigencia de reverencia y oración ante el todopoderoso.
Ningún compromiso con los pobres y desheredados, con los desahucios y con las penurias, con los impagos que vendrán, el paro que nos fagocitará y la ruina que nos perderá. ¡Que fáciles son los rezos desde el palacio arzobispal o desde la catedral con sotana roja y mitra! ¡Que manos más finas las suyas, sin oxido ni carbón, sin cemento ni serrín! Desde el tajo las cosas se ven de otra manera. La Iglesia debería participar activamente en la construcción de un escudo social que nos proteja de las consecuencia de este maldito virus, pero por lo visto para ella esta trágica situación solo es una ocasión propicia para exigir la elevación de nuestras miradas a los cielos. !Autentica burla a una humanidad realmente sufriente, no virtualmente como sus imágenes de altares y procesión!
- ENTREVISTA AL OBISPO REIG PLA
- ECCLESIA
- 20-03-2020
PUBLICADO EN 20-03-2020
«No podemos privarnos de la misa ahora que el virus ha desenmascarado el individualismo»
«La pandemia ha puesto en evidencia la precariedad humana y ha desenmascarado la mentira del individualismo que ha propiciado la ruptura de vínculos con la familia, con la tradición y con Dios». El obispo español Juan Antonio Reig Pla explica a la Nueva Brújula Cotidiana por qué ha decidido no suspender las misas con el pueblo: «La Santa Misa es el cielo en la tierra y sin ella el hombre desfallece». El Coronavirus es un golpe a «la soberbia del globalismo y de la sociedad tecnocrática», pero también para la Iglesia que ahora debe «volver a las cuestiones básicas que afectan a la salvación humana».
«La Misa es el Cielo en la Tierra. No podemos privarnos ahora de ella, cuando la crisis del coronavirus está poniendo en evidencia el individualismo de la sociedad. Con esta decisión he querido enfatizar que Dios no nos abandona nunca». El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, explica así, en esta entrevista a la Nuova Bussola Quotidiana, la decisión que ha tomado para su diócesis de no privar al pueblo de la Santa Misa, tomando, claro está, las necesarias medidas sanitarias.
Excelencia, ¿por qué ha decidido mantener abiertas las iglesias, y celebrar las misas con el pueblo?
Como obispo he decidido mantener abiertas las iglesias y también el horario habitual de las celebraciones de la Santa Misa. Con ello quiero ofrecer a los fieles un signo de que la Iglesia no abandona a nadie que requiera los auxilios divinos, especialmente los sacramentos. Para ello disponemos las celebraciones siguiendo todas las indicaciones de prevención que recomiendan las autoridades sanitarias. Además, a las 12 y a las 20.30 horas las campanas de la Catedral anuncian dos toques de oración para rezar por las necesidades que provoca esta epidemia. Entre los bienes de la persona (bienes útiles, placenteros, el bien moral, etc.), el máximo bien es el espiritual, que va unido al destino eterno del hombre. Esta es la razón por la que no podemos privar a los fieles, incluso en circunstancias extremas, de los dones divinos y particularmente de la Eucaristía.
Como obispo he decidido mantener abiertas las iglesias y también el horario habitual de las celebraciones de la Santa Misa. Con ello quiero ofrecer a los fieles un signo de que la Iglesia no abandona a nadie que requiera los auxilios divinos, especialmente los sacramentos. Para ello disponemos las celebraciones siguiendo todas las indicaciones de prevención que recomiendan las autoridades sanitarias. Además, a las 12 y a las 20.30 horas las campanas de la Catedral anuncian dos toques de oración para rezar por las necesidades que provoca esta epidemia. Entre los bienes de la persona (bienes útiles, placenteros, el bien moral, etc.), el máximo bien es el espiritual, que va unido al destino eterno del hombre. Esta es la razón por la que no podemos privar a los fieles, incluso en circunstancias extremas, de los dones divinos y particularmente de la Eucaristía.
¿Es importante mantener las distancias de seguridad, pero es aún más importante dar a los fieles el pan del Cielo?
No solo mantenemos la distancia de seguridad, sino que tomamos todas las medidas para prevenir la infección: higiene en las manos del sacerdote, desinfección del suelo y de los bancos, de los vasos sagrados, etc. Todo ello es importante, sin embargo ninguna de estas cosas apaga el deseo de infinito que hay albergado en cada corazón humano. Por eso, junto a las medidas de seguridad, no puede faltar lo que especifica la obra de la Iglesia: ofrecer la salvación lograda por Jesucristo mediante la oración, la predicación de la Palabra y los sacramentos.
No solo mantenemos la distancia de seguridad, sino que tomamos todas las medidas para prevenir la infección: higiene en las manos del sacerdote, desinfección del suelo y de los bancos, de los vasos sagrados, etc. Todo ello es importante, sin embargo ninguna de estas cosas apaga el deseo de infinito que hay albergado en cada corazón humano. Por eso, junto a las medidas de seguridad, no puede faltar lo que especifica la obra de la Iglesia: ofrecer la salvación lograda por Jesucristo mediante la oración, la predicación de la Palabra y los sacramentos.
¿Qué significado hay que dar a la Misa en estos días? ¿Es indispensable?
La Santa Misa, en todas las ocasiones, y más en esta situación extrema, es el cielo en la tierra. Sin la presencia del cielo -hecho presente en la humanidad de Jesucristo y ahora en los sacramentos- el hombre desfallece. Se puede dispensar de acudir a la Eucaristía dominical, por esta situación extrema y con razones justas, pero no hay que negar el pan del cielo a cuantos, con las prevenciones indicadas por las autoridades sanitarias, pueden acudir y desean el consuelo de Dios. Los fieles que acuden son conscientes de su responsabilidad y ofrecen la Santa Misa por todos los que sufren la pandemia.
La Santa Misa, en todas las ocasiones, y más en esta situación extrema, es el cielo en la tierra. Sin la presencia del cielo -hecho presente en la humanidad de Jesucristo y ahora en los sacramentos- el hombre desfallece. Se puede dispensar de acudir a la Eucaristía dominical, por esta situación extrema y con razones justas, pero no hay que negar el pan del cielo a cuantos, con las prevenciones indicadas por las autoridades sanitarias, pueden acudir y desean el consuelo de Dios. Los fieles que acuden son conscientes de su responsabilidad y ofrecen la Santa Misa por todos los que sufren la pandemia.
¿Le han criticado? ¿Tal vez las críticas son la demostración que se piensa más en la salud del cuerpo que en la del alma?
De los fieles he recibido algunas indicaciones, sugerencias para mejorar las celebraciones y algunas dudas. Críticas directas no he recibido ninguna. Sí he recibido, en cambio, muchas muestras de gratitud. De todas maneras, es comprensible que entre los fieles se dé alguna incertidumbre. Saber que el bien espiritual es el máximo bien contrasta con el espíritu del mundo y este espíritu mundano también puede penetrar en la Iglesia. Para ello son consoladoras las palabras de Jesús: “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).
De los fieles he recibido algunas indicaciones, sugerencias para mejorar las celebraciones y algunas dudas. Críticas directas no he recibido ninguna. Sí he recibido, en cambio, muchas muestras de gratitud. De todas maneras, es comprensible que entre los fieles se dé alguna incertidumbre. Saber que el bien espiritual es el máximo bien contrasta con el espíritu del mundo y este espíritu mundano también puede penetrar en la Iglesia. Para ello son consoladoras las palabras de Jesús: “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).
¿Ha recibido presiones del gobierno, o le han obligado a cerrar las misas o suspender las misas? ¿Cómo se ha comportado el gobierno con ustedes, los obispos?
Gracias a Dios no he recibido ninguna presión del gobierno. En el Decreto de Alarma está previsto poder acudir a los actos religiosos tomando las medidas de prevención. A tenor de las circunstancias tomaremos las decisiones oportunas.
Gracias a Dios no he recibido ninguna presión del gobierno. En el Decreto de Alarma está previsto poder acudir a los actos religiosos tomando las medidas de prevención. A tenor de las circunstancias tomaremos las decisiones oportunas.
Un aspecto que vivimos en Italia es el hecho de que muchos capellanes de hospital no pueden entrar en las Unidades de Cuidados Intensivos, lo que hace que la gente muera sola. ¿Cómo es la situación en su diócesis? ¿Consiguen lo capellanes llevar los Sacramentos a los enfermos y moribundos?
La situación en los hospitales ubicados en el territorio de la diócesis es preocupante, por el número de infectados. Los sacerdotes ejercen su labor con la prudencia necesaria y con las prevenciones previstas. Hasta ahora las personas o los familiares que solicitan los sacramentos pueden ser atendidos. Para los enfermos que están en las unidades de cuidado intensivo hay medidas especiales y no siempre se puede acceder a ellas.
La situación en los hospitales ubicados en el territorio de la diócesis es preocupante, por el número de infectados. Los sacerdotes ejercen su labor con la prudencia necesaria y con las prevenciones previstas. Hasta ahora las personas o los familiares que solicitan los sacramentos pueden ser atendidos. Para los enfermos que están en las unidades de cuidado intensivo hay medidas especiales y no siempre se puede acceder a ellas.
¿En qué medida el coronavirus nos interroga como castigo y purificación de Dios?
La pandemia del Coronavirus nos ha colocado en una situación límite. De momento ha puesto en evidencia la precariedad humana y ha desenmascarado la mentira del individualismo que ha propiciado la ruptura de vínculos con la familia, con la tradición y con Dios. La soberbia del globalismo y de la sociedad tecnocrática ha sufrido un duro golpe. Hoy hemos de reconocernos todos más humildes y dependientes los unos de los otros y dependientes de la sabiduría amorosa de Dios creador y redentor. De manera especial, Occidente necesita una purificación y una vuelta a la tradición cristiana, que ofrece una verdadera respuesta a los interrogantes humanos y promueve el modo adecuado de vivir desde la virtud. Este es un tiempo de prueba y, a la vez, un tiempo de gracia. Solo Dios puede convertir esta situación penosa en una ocasión de salud para el espíritu humano.
La pandemia del Coronavirus nos ha colocado en una situación límite. De momento ha puesto en evidencia la precariedad humana y ha desenmascarado la mentira del individualismo que ha propiciado la ruptura de vínculos con la familia, con la tradición y con Dios. La soberbia del globalismo y de la sociedad tecnocrática ha sufrido un duro golpe. Hoy hemos de reconocernos todos más humildes y dependientes los unos de los otros y dependientes de la sabiduría amorosa de Dios creador y redentor. De manera especial, Occidente necesita una purificación y una vuelta a la tradición cristiana, que ofrece una verdadera respuesta a los interrogantes humanos y promueve el modo adecuado de vivir desde la virtud. Este es un tiempo de prueba y, a la vez, un tiempo de gracia. Solo Dios puede convertir esta situación penosa en una ocasión de salud para el espíritu humano.
¿Qué le dice a la Iglesia, hoy, este virus? La Iglesia, ¿debe plantearse preguntas?
Evidentemente, esta situación afecta también a la Iglesia y nos hace volver a las cuestiones básicas que afectan a la salvación humana. La Iglesia no es una organización simplemente humana, una ONG. En sus entrañas lleva el ofrecimiento de la salvación eterna pagada al precio de la sangre de Cristo. Esta pandemia nos invita a todos a volver el corazón a Dios, a insistir en el destino eterno del hombre y a poner el énfasis en la gracia de Dios, en recomponer los vínculos humanos; resaltar la importancia de la familia, de la comunidad cristiana y de los medios de salvación (oración, Palabra de Dios, sacramentos, caridad, etc.). Frente a la soberbia del individualismo y la autonomía radical, esta es una ocasión de gracia para cambiar el concepto de libertad. La libertad no es simplemente independencia y ruptura de vínculos. Nuestra libertad creada es para la comunión y para la dependencia amorosa de la sabiduría de Dios. Redescubrir a Cristo, dejarnos abrazar por su gracia redentora y aprender a vivir en comunidad son los retos para poner en pie a la Iglesia y a la sociedad.
Evidentemente, esta situación afecta también a la Iglesia y nos hace volver a las cuestiones básicas que afectan a la salvación humana. La Iglesia no es una organización simplemente humana, una ONG. En sus entrañas lleva el ofrecimiento de la salvación eterna pagada al precio de la sangre de Cristo. Esta pandemia nos invita a todos a volver el corazón a Dios, a insistir en el destino eterno del hombre y a poner el énfasis en la gracia de Dios, en recomponer los vínculos humanos; resaltar la importancia de la familia, de la comunidad cristiana y de los medios de salvación (oración, Palabra de Dios, sacramentos, caridad, etc.). Frente a la soberbia del individualismo y la autonomía radical, esta es una ocasión de gracia para cambiar el concepto de libertad. La libertad no es simplemente independencia y ruptura de vínculos. Nuestra libertad creada es para la comunión y para la dependencia amorosa de la sabiduría de Dios. Redescubrir a Cristo, dejarnos abrazar por su gracia redentora y aprender a vivir en comunidad son los retos para poner en pie a la Iglesia y a la sociedad.
REIG PLA entrevistat
ResponEliminaHe llegit el comentari de Joan Pasqual sobre l’entrevista al bisbe Reig Pla: un comentari magnífic, curt però que diu molt, i unes paraules episcopals de pena, però no inesperades. És una llàstima perdre un minut en personatges com este bisbe, un egòlatra malaltís, un provocador a consciència,… més cal mirar la part positiva de fer-nos reflexionar i debatre.
Diu Reig que la pandèmia ha desemmascarat la mentida de l’individualisme, ¿no serà que mostra la veritat de l’individualisme, de tots, però particularment dels responsables acaparadors de bens, alguns igual pròxims al bisbe, i que podrien ells ajudar a pal.liar el desastre sobrevingut o a evitar-lo?
Quina solució personal i eclesial aporta este personatge? La dependència a la voluntat divina que, clar, la interpreta ell, eixa diu ser la vertadera llibertat; tornar a la tradició cristiana, però quina, la dels primers cristians o la establida per ell i els que són com ell?; anar a Missa, que diu ser el cel en la terra: quina solució més bona seria per als que se queden sense salut, o sense treball, o sense casa, o sense poder donar pa als seus fills!!!
I me vénen al cap les dures diatribes de Jesús i del seu cosí el Baptista, que escoltava jo al visionar estos dies L’evangeli de Pasolini, i que proclamaven els dos en vore passar per davant eixos personatges mitrats: “Ai de vosaltres, escribes i fariseus hipòcrites, que pagueu el delme... però heu abandonat les coses essencials de la Llei: la justícia, l’amor i la fidelitat. Ai de vosaltres, que sou com sepulcres emblanquinats: de fora semblen bonics, però per dintre són plens d’ossos de morts i de tota mena d’immundícia, de fora sembleu justos, però per dintre sou plens d’hipocresia i de maldat”, paraules que ara i ací, amb la llei mordaça, no sé si les hagueren pogut dir referint-se a personatges públics (per cert que no sé si casen bé en allò que dia també Jesús de “sóc manso i humil de cor”)
Joan Llopis