Entre otras dudas sobre lo acontecido durante la Solemne Canonización en Tarragona de los más 500 Mártires yo desearía saber una respuesta al motivo, que han tenido, tanto el Abad de Montserrat José María Soler, como el arzobispo de Tarragona Jaume Pujol Balcells para retrasar sus opiniones sobre lo ocurrido y las repercusiones, que iba a tener en la opinión pública el silencio respecto a las otras víctimas, las del franquismo.
Veamos.
A juicio del abad José María Soler, "hay que continuar reflexionando sobre ese periodo de nuestra historia para analizar todos los hechos, pero quizás sí que hace falta un pronunciamiento más explícito".
Y el Arzobispo de Tarragona ha dicho: -“No me esperaba una reacción de este tipo». Y añade: «Me duele mucho que haya heridas. No quiero herir nadie. Al contrario, el mensaje quiero que sea de reconciliación, paz y perdón». Y ha añadido que “los obispos de Cataluña deberían declarar lo mismo”.
Del cardenal Rouco no tengo ninguna duda, porque sé las causas de su silencio, puesto que ya se declaró contrario a “la ley de la memoria histórica por innecesaria y porque la generación que nació en la época de la guerra civil no debería trasladar el problema a las generaciones jóvenes”. Pura catequesis pacificadora. Además, añado yo con ironía, y citando una reciente frase suya, que a su vez citaba la del Papa: –“Hay que hablar de otros temas que también son importantes”.
Yo sólo me atrevo a sugerir dos explicaciones;
1ª.- que calcularon mal, o no lo calcularon, las secuelas que tiene todavía nuestra Guerra Civil
2ª.- que es plenamente justificada la reparación pública y emocionada del inmenso daño que se hizo a las víctimas-mártires, y que yo también comparto.
Desde luego su explicación yo no la encuentro en ninguna página del Evangelio. Y por el contrario recuerdo muchas, que fundamentarían su desaprobación,
Si bien debemos tener muy en cuenta que, quienes infringieron con absurda y terrible crueldad, no lo hicieron únicamente por el odio a Dios y menos a Jesucristo. Sino en buena parte por el resentimiento que se había cultivado en el pueblo sencillo durante siglos por su unión y simpatía con las clases dominantes y no pocas veces explotadoras.
Con todo, lo que me resulta más difícil y nadie se lo explica es el silencio del Papa Francisco, sabiendo que Él, cuando era arzobispo de Buenos Aires en el 2000, impulsó una contundente declaración de perdón por las implicaciones de la Iglesia en los crímenes de la dictadura militar, en la que participaron la mayoría de obispos de Argentina. En cuanto al Papa sólo puedo explicármelo porque no puede acudir a todos los frentes y porque aunque no lo parezca no goza de poder tan absoluto, y que los condicionamientos "vaticanos", por así llamarlos, no son fácil de evitar y que la Iglesia española mantiene allí su influencia.
RAMÓN GASCÓ.
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