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divendres, 18 de desembre del 2015

CONFRONTACIÓN ENTRE ECOLOGISTAS y LA BIBLIA - Ramón Gascó

 La cumbre de Paris por Cambio Climático y la Diversidad Biológica quizás haya sido lo que ha motivado en algunos escritores un nuevo campo de conflicto entre la religión y la ciencia? Sin embargo yo tengo razones para pensar que es fruto de un malentendido por una de las partes o por ambas.
Así lo parece en algunas publicaciones que se han escrito.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que, como ya ha ocurrido otras veces, es un error mayúsculo interpretar los textos bíblicos al pié de la letra.
Los relatos Bíblicos no tienen valor histórico en el sentido moderno de la ciencia, como se ha venido haciendo por ignorancia desde hace siglos. Valga el proceso a Galileo como ejemplo.
Hasta el siglo XIX se atribuía a Moisés la escritura del Pentateuco, y sin embargo hoy nadie discute que su origen es muy anterior y que sus autores fueron quienes pusieron por escrito la cuatro traiciones orales de tiempos más antiguos y de origen desconocido: la Yhavista, la Elohista, la Deuteronómica y la Sacerdotal.
Así pues fue un proceso similar a las tradiciones que tienen todas las culturas, cuando intentan dar un sentido al origen y al destino de sus pueblos.
Pues bien, únicamente desde este presupuesto se puede interpretar sin disparatar el sentido simbólico de dichas tradiciones de la Biblia.
Trascribo sólo algunos de los párrafos de la Biblia en que se basan los recelos y acusaciones.

“Y dijo Dios:-He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.”
«Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra”
 Lo primero que debo advertir es que como muchas otras polémicas se desarrollan más en el campo de los sentimientos y pasiones que en el de la racionalidad. Y que el apasionamiento es una amenaza para la verdad; que los extremismos en los que se desenvuelve no casan bien con la objetividad.
 No puedo evitar mi denuncia contra la hipocresía en que se fundamentan los sofismas de los “animalistas” para impedir el trato que se hace de los animales.
Si fuera así, con su lógica se llegaría a pedir la supresión de la caza, de las granjas, las carnicerías, y más de mil formas de aprovecharse de los animales. Capitulo aparte merece la relación de afecto y sumisión casi humanos con los perros a quienes a la vez se les quiere, se les cuida y se les explota.
El debate sobre los toros podría ser un buen ejemplo para aclarar este problema. Ahí confluyen el amor a los animales y la tortura como espectáculo. El apasionamiento no sólo con que se defienden sus posturas, sino la ferocidad con que se ataca a los otros, hace difícil el dialogo y la comprensión.
Yo solamente tengo unas cosas claras.
Los argumentos para atacar a los taurinos se centran en que hacen en sus fiestas un espectáculo de crueldad para disfrutar del sufrimiento del toro. Afirmación que niegan rotundamente los taurinos porque al toro se le quiere, se le teme y hasta se le idolatra desde tiempos inmemorables.
Me resulta muy difícil calificar de inhumanos la lucha y caza que desde el Paleolítico hace un millón de años, tal como se ve en la cuevas de Atapuerca, o en los grabados del palacio Cnosos de Creta donde, desde hace más de 2.000 años, los jóvenes juegan arriesgando sus vidas saltando con elegancia a los toros, y no digamos la diversas formas de apacentar de los pacíficos pastores de ganados de corderos, con único fin de aprovechar despiadadamente sus carnes y su lana.
La relación hombre con los animales es todo un mundo maravilloso y complejo inclusive contradictorio y si se me permite el retruécano “Humanizador.”
Los así llamados “animalistas” con la mejor voluntad no hacen sino simplificarlo, reduciendo sus múltiples funciones.
Por otra parte lo único que viene a decir la Biblia es que Dios quiere que los hombres trabajen la tierra con esmero y que gocen de sus frutos y así también de los animales y el universo entero, que en definitiva no es sino la gran casa que deben cuidar y disfrutar.
Termino con dos afirmaciones mías ahora sí “radicales”.
Primera: es cierto que la Biblia afirma que Dios hace al hombre dueño y señor de toda la creación y en consecuencia debe primero aprovecharse de ella en beneficio propio y sin hipotecas a poderes extrahumanos
Segunda: que ese hombre ha alcanzado una nueva e inminente situación límite con el agotamiento terrible y un deterioro de los recursos de la naturaleza y el empobrecimiento de la biodiversidad, que sólo él puede evitar. Y que este cataclismo es a la vez contario a la voluntad de su Creador y mortal para el hombre.


Laudato si

Y llevando estos pensamientos a su conclusión lógica, aunque a alguien le sorprenda, se podría afirmar que de algún modo y hasta cierto punto el Dios de la Biblia es ECOLOGISTA, ó empleando un leguaje eclesiástico, se podría decir que la religión Judeocristiana “bendice” los movimientos ecologistas.
Lo me hace sospechar en este asunto no deberían enfrentarse la fe y la ciencia, sino bien al contrario cultivar la sinergia.

                   Ramón Gascó.










                                                                                                                                  



  

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