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dilluns, 8 d’abril del 2013

Z Á H O R A , Ovidio Fuentes


 
     Castellanos de Castilla,

tratad bien a los gallegos;

cuando van, van como rosas;

cuando vuelven, como negros.

[...]

A Castilla fue por pan

y jaramagos le dieron,

diéronle hiel por bebida,

penitas por alimento.

Diéronle, en fin, cuanto amargo

tiene la vida en su seno...

¡Castellanos, castellanos

tenéis corazón de hierro!

[...]

Permita Dios, castellanos,

castellanos que aborrezco,

que antes los gallegos mueran

que ir a pediros sustento.

Tan mal corazón tenéis,

secos hijos del desierto,

que si amargo pan os ganan

lo dais envuelto en veneno.

[...]

¡Castellanos de Castilla,

tenéis corazón de acero,

como peña el alma dura

y sin entrañas el pecho!

En tronos de paja erguidos,

sin fundamento, soberbios,

aún pensáis que vuestros hijos

para serviros nacieron.

Y nunca tan torpe idea,

tan criminal pensamiento,

cupo en cabezas más faustas

ni en más fastuos sentimientos.

Que Castilla y castellanos,

todos en montón revueltos,

no valen lo que una brizna

de nuestros campos tan frescos.

Sólo ponzosas charcas

sobre el ardoso suelo

tienes, Castilla, que mojen

esos labios sedientos.

Que el mar te dejó olvidada

y lejos de ti corrieron

las blandas aguas que traen

las plantas cien semilleros.

Ni árboles que te den sombra,

ni sombra que preste aliento...

llanura y siempre llanura,

desierto y siempre desierto...

Eso te tocó, cuitada,

por herencia de universo,

¡miserable fanfarrona!...

triste herencia fue por cierto.

En verdad que no hay, Castilla,

nada como tú tan feo,

que mejor aún que Castilla

valiera decir infierno.

¿Por qué fuiste, mi bien?

¡Nunca tal hubieras hecho!

¡Trocar campiñas floridas

por triste campos sin riego!

Trocar las fuentes más claras,

ríos tan murmuraderos,

por seco polvo que nunca

mojan lágrimas del cielo

[...]

    • Rosalía de Castro      
    • Traducción.  La he preferido por la dificultad que tiene leerla en gallego. Pero más abajo está el enlace al original.


 

Rosalía fue hija natural de un sacerdote. Pero en el acta de bautismo constan estas palabras:

«En veinte y cuatro de febrero de mil ochocientos treinta y seis, María Francisca Martínez, vecina de San Juan del Campo, fue madrina de una niña que bauticé solemnemente y puse los santos óleos, llamándole María Rosalía Rita, hija de padres incógnitos, cuya niña llevó la madrina, y va sin número por no haber pasado a la Inclusa; y para que así conste, lo firmo.»

Acta del bautizo firmada por el presbítero José Vicente Varela y Montero.

 



Alguna persona muy querida de Rosalía (“¿Por qué fuiste, mi bien?”) debió de morir durante la siega en las tierras castellanas.

     Pero esta poesía me ha traído a la memoria experiencias infantiles, radicadas en la edad media, porque eso era la España de los 40 y 50: cuando había que segar a mano los extensos campos castellanos.
     De mi pueblo salían cuadrillas al mando de un capataz, uno más del pueblo, que se ponía en comunicación con los agricultores castellanos. Y se quedaban las mujeres para cuidar los campos propios.

    Se iban “por esos Castillas”, a Jadraque y alrededores, en la provincia de Guadalajara. Cuando luego he pasado por Jadraque, se me han revuelto las entrañas. Porque trabajaban de sol a sol, y comían en el rastrojo, a pleno sol, porque no había sombra. 
    No es que fueran crueles, los amos. Es que no se podía hacer otra cosa. La cosecha en los campos, el grano seco, una tormenta podía acabar con el sustento y el trabajo de todo un año. La casa lejos, no había tiempo para volver sólo a comer.

    Los de mi pueblo ya iban negros, porque en el valle de Cofrentes casca el sol de lo lindo. Éstas no son las brumosas tierras gallegas.
 
Aquí el castillo de Jadraque, que tanto me impresionó

 Cuando llegaba el día, marcado por todos, para celebrar descansados la vuelta a casa con dinero fresco, de buena mañana empezaba a sonar la caracola, cuyo sonido llegaba a todas partes. A lo largo del año nunca más se oía el sonido vibrante y profundo de la caracola.
-¿Qué es eso.?,  Se preguntaban unos a otros.

- La cuadrilla de Fulano que se van de ZAHORA

Era la señal: todos se reunían con las mujeres y niños, para irse a pasar el día.

Varias caballerías  llevaban lo necesario para hacer la comida en un lugar agradable, cerca de un manantial y con buena sombra.

Lastimosamente, por razones evidentes,  esta palabra tan eufónica ha caído en desuso. El Diccionario de la Real Academia trae esto:
 
 “zahora.

(Der. del ár. hisp. saúr, y este del ár. clás. saūr o suūr, colación que se toma en ramadán antes de que amanezca).

1.      f. Man. Comilona o merienda de amigos en que hay bulla y zambra.”

 

 

 

1 comentari:

  1. Me has emocionado.
    Te lo explicaré fácilmente.
    Mi infancia durante los tres años de la guerra in-civil los disfruté sin escuela, jugando con los otros niños del pueblo entre los campos medio abandonados.
    Mis recuerdos me llevan necesariamente hacia aquel
    paraíso perdido.
    Así que, tanto el poema Rosalía de Castro, como tu escrito me han hecho disfrutar al revivirlos.
    Tú y yo Hemos vivido un contraste de í imposible de repetir.
    Es como un tesoro a salvo de todas las amenazas
    exteriores e interiores.
    Gracias Ovidio.
    Lo me lo guardaré. Ramón Gascó.

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