"No se puede creer en Jesús sin la
Iglesia. Encontrar a Jesús fuera de la
Iglesia no es posible. Es absurdo amar a Jesús sin la Iglesia. Encontrar a
Jesús fuera de la Iglesia no es posible. El gran Pablo VI decía que es una
dicotomía absurda querer vivir con Jesús sin la Iglesia...”
Me han chocado desfavorablemente estas
palabras del papa Francisco. Me han recordado a las de Benedicto XVI en su
desafortunado Dominus Jesus y aquel
aforismo teológico, no menos infausto, de que “Extra Ecclesiam, nulla salus”.
Me parece que hay que levantar la voz y,
frente este afán de secuestrar a Jesús, de monopolizarlo, declarar que Jesús es patrimonio de la Humanidad.
¿Quién y en nombre de qué derecho
puede monopolizar la figura de Jesús
y su mensaje, excluyendo a los demás? No dijo Jesús a sus discípulos celosos y
excluyentes: “quien no está contra mí, conmigo está”?
Leyendo los Evangelios, nadie
puede afirmar categóricamente que Jesús fundase una iglesia y menos la Iglesia
Católica que conocemos. Estamos tan acostumbrado a ella que ni cuenta nos damos
de la aberración que su ponen sus lujos, ceremonias principescas, las soberbias
catedrales (levantadas no por la fe de los fieles sino por la soberbia de los
obispos, con la desvergonzada pretensión de que todo el mundo supiera cuán
poderosos eran). Tan habituados, que ni cuenta nos damos de la contradicción
que existe entre Iglesia y Evangelio.
¿Cómo iba a fundar una Iglesia quien pasó su
vida fustigando a los Sumos Sacerdotes y su Templo, del que dijo que no quedaría
piedra sobre piedra? ¿Cómo iba a fundar una Iglesia quien le dijo a la
samaritana: “viene la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre... Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en
verdad”? Jesús predicó el amor y la compasión, pasó su vida haciendo el bien, tomó
partido por los pobres y desheredados, invitó a quien quisiera seguirle a hacer
lo mismo… Lo suyo fue un movimiento, no una religión burocratizada, una más.
Fue en el 325, a raíz del concilio de
Nicea que diviniza a Jesús, cuando el cristianismo se organiza como religión y
los obispos se convierten en sus funcionarios. Fue en el concilio de Nicea, si
no fue mucho antes (ya desde los tiempos de san Pablo), cuando nace una Iglesia
que poco tendrá que ver con el Evangelio.
Finalizo mi comentario, citando
una vez más la frase de A. Loisy, que, como slogan, ha sido repetida hasta la saciedad: “Jesús predicó el reino, y vino la Iglesia” .
Francisco Asensi
http://franciscoasensi.blogspot.com
Genial tu comentario que creo que, como yo, compartimos muchísimos. Le llegará al Papa? Jesús es de todos y para todos! Un cordial abrazo.
ResponEliminaAgradezco que hayas tenido la paciencia de leerme. Me alegro de compartir contigo las mismas ideas. Seguiremos en contacto. Un abrazo. Paco Asensi
EliminaMe uno también a esa preocupación. Creo que es un paso atrás para el ecumenismo e incluso me atrevería a decir contra la actitud de Jesucristo manifestada en diversos pasajes de los evangelios. Por ejemplo cuando regaña a sus discípulos, cuando vuelven de una misión,porque se quejan de otros también que echan a los demonios en su nombre. Ramón Gascó.
ResponEliminaAmigo Ramón, no debemos permitir que nadie (ni siquiera la Iglesia Católica)secuestre a Jesús. Me alegro de compartir contigo estos sentimientos. Un abrazo Paco Asensi
EliminaFa temps que,fidel a la frase Loisyi, no m' importa res l' esglesia i continue estimat el regne de Jesús de Nazaret. I damunt Jesus va dir que el seu regne no era d' aquest món.
ResponEliminaPaco Muñoz
Hola Paco, cuánto tiempo sin saber de ti. Me alegro de encontrarte aquí. Desde luego que a muchos esta Iglesia importa poco; pero está ahí. Y ya que está ahí, nos agradaría que intentase volver a las fuentes: ¡al Evangelio! ¡Menos da una piedra! Un abrazo Paco Asensi
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