Acabo de leer el artículo “El
pensamiento del Sur en Nietzsche”, escrito por el catedrático Joan B. Llinares, de la Universidad de
Valencia. Interesantísimo, como todo lo de este autor, y de máxima actualidad. Su
lectura me ha impulsado a hacerme unas cuantas reflexiones que quiero compartir
con los amigos que me siguen en mi blog.
Los ingleses se han referido a
los países del Sur (Portugal, Italia, Grecia, España,
incluyendo a Irlanda), con en el acrónimo peyorativo de PIGS (cerdos). Ante todo
hay que agradecerles el calificativo tan injurioso y desafortunado como tópico.
Para los ingleses y para los
países del Norte (quizá sobre todo para Alemania: Deutschland,
Deutschland über alles in der Welt" que significa en español
"Alemania, Alemania por encima de todo en el mundo"), los del Sur
somos un hatajo de holgazanes
(Aunque los españoles, por ejemplo, trabajemos más horas y no se pueda afirmar
alegremente que produzcamos menos); derrochadores
(sin cuestionar la ligereza e irresponsabilidad embaucadora con que los bancos
del Norte concedieron los préstamos); corruptos…
¿Son los banqueros germanos menos responsables que los del Sur?). ¿Corrupción en el Sur o codicia en el
Norte? Dejemos estos considerandos y otros muchos que cabría exponer, y
volvamos a Nietzsche.
Para Nietzsche el SUR tiene
una significación que excede el simple concepto geográfico. No sólo incluye su
geografía y su clima, sino también su cultura, su música, etc. Los europeos
meridionales son definidos como los países católicos, en contraposición de los
del NORTE, que son los países protestantes.
Los del NORTE se autoentienden, separándose de las razas latinas. La antítesis entre el Norte y el Sur de Europa la determina, pues, no solo su situación geográfica (como decíamos) sino el contraste permanente de otras muchas variables: Verbi gratia: *dispar opción religiosa (catolicismo frente a protestantismo); *diversa ascendencia racial o biológica; *diferentes sensibilidades o talantes que generan dos formas de vida que llegan a resultar antitéticas y repelentes; y, aunque cueste creerlo, a veces muy atractivas.
Los del NORTE se autoentienden, separándose de las razas latinas. La antítesis entre el Norte y el Sur de Europa la determina, pues, no solo su situación geográfica (como decíamos) sino el contraste permanente de otras muchas variables: Verbi gratia: *dispar opción religiosa (catolicismo frente a protestantismo); *diversa ascendencia racial o biológica; *diferentes sensibilidades o talantes que generan dos formas de vida que llegan a resultar antitéticas y repelentes; y, aunque cueste creerlo, a veces muy atractivas.
En resumen, la distinción Norte-Sur no hace referencia a algún fenómeno
natural, sino que es el resultado de una idea global, fraguada a lo largo de la
historia; es una creación humana que conjuga muchos intereses y poderes.
Nietzsche describe al NORTE con calificativos poco lisonjeros;
peyorativos más bien. Dice que es melancólico, anémico, espectral, uniforme,
escéptico, pálido, húmedo, monocromo, agobiante y triste. Y frente a lo alemán --pesado,
evangélico, teológico, antirenacentista (en cuanto reformista), antinapoleónico
(en cuanto nacionalista), pequeñoburgués, provinciano, grosero y de pobre
cultura (mala comida, vino agraz y cerveza)--, define el SUR como país lumino, donde hay un aire puro, aire de paraíso; el
aire de la juventud, de lo joven que aún se puede llegar a ser… Nietzsche estima y valora a Goethe y a Mozart que, siendo alemanes, vivieron una transformación gracias a
su encuentro con el SUR. El SUR es, en una palabra, lo exótico, el
paraíso.
Thilo Sarracin, economista y político alemán, dice que cuanto más nubloso es un país
y más fríos y húmedos son sus inviernos, es más posible que sus finanzas y
políticas sean previsoras… Pero, digo yo, no sólo de finanzas vive el hombre.
¿Ha muerto el humanismo o queremos que desaparezca de este mundo? Pobres de
nosotros, si ese es el rumbo que siguen los del NORTE.
En las durísimas circunstancias en que vivimos los países del SUR, vejados y asfixiados por los del NORTE, pienso que es alentador escuchar la voz de un alemán que tenía un buen concepto de nosotros, bien distinto al de la señora Merkel.
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