Cañizares versus Zapatero:
el debate
de Ávila
En ese
debate se han oído palabras solemnes por parte de uno y otro. Dejo los comentarios
a los profesionales. Me han venido a la memoria otros tiempos convulsos (siglo
XVI) que, mutatis mutandis, estamos
viviendo y sufriendo hoy. Como con dolores de parto. Y no sólo en el aspecto económico.
Ahora, como entonces, se trata de la identidad de Europa. Bueno será, pues,
recordar a Erasmo y el humanismo que él preconizaba.
Ninguna
autoridad moral de su tiempo, podía compararse con la de Erasmo. Jamás
un hombre particular poseyó en Europa un poder universal merced sólo a su
persona y su valía. Para su tiempo, llegó a ser el símbolo de los anhelos
espirituales colectivos. Por primera vez, el poder ético y espiritual tuvo la
precedencia sobre el poder político (por poco tiempo, desgraciadamente). Él y
su obra tuvieron gran trascendencia en toda Europa. Sus escritos eran leídos
atentamente, sopesados y discutidos. A nadie dejaron indiferente. Carlos V,
Enrique VIII y Francisco I pidieron sus consejos. Cinco universidades le
ofrecieron cátedra. Tres reformadores: Lutero, Melanchton y Zuinglio lo cortejaron
para obtener una palabra de aprobación. Durante toda su vida había rechazado
despreciativamente todos los cargos de este mundo, a causa de su libertad. Erasmo
era un hombre prudente, íntegro e insobornable. Cualidades que, a su juicio,
deberán tener los verdaderos humanistas, esos hombres espirituales que con su
rectitud moral y su sabiduría han de cambiar el mundo. Nunca se vendió. Por
encima de todo, prefirió su libertad y su independencia, Siempre permaneció fiel
a su lema Concedo nulli (No cedo
ante nadie). Él fue el humanista que encarnó, como nadie en su tiempo, el poder
invisible del espíritu.
En sus últimos años, Erasmo se volvió escéptico, tuvo la impresión de que su obra había sido baldía y esto le amargó en el lecho de su muerte. Los católicos no lo invitaban, los protestantes se mofaban de él. Nadie requería ya su opinión. Como él mismo se quejaba en sus últimas cartas: Mis enemigos aumentan y mis amigos desaparecen.
¿Quién era Erasmo y cuál fue su obra para que tantos lo aclamasen con tanta devoción? ¿Qué características tuvo el humanismo que alumbró? ¿En qué consistió su originalidad? He ahí unas cuestiones a considerar.
Al humanismo renacentista que se gesta en Europa a lo largo de los siglos XV y XVI, Erasmo le imprime su impronta personal. Su philosophia Christi tiene como pilares fundamentales una gran confianza en el hombre y en la fuerza de la libertad.
El descubrimiento de la humanitas conlleva la exaltación de todos los valores humanos. Esto hace que los humanistas vuelvan a los antepasados griegos y latinos. Su conocimiento y cultivo son considerados como condición indispensable para entender el hombre y
En el
escrito al eximio teólogo y humanista Martín Dorp, que se lamentaba de la inoportunidad
de su Stultitiae Laus (El
elogio de la locura), publicado en 1509, (locura irónica y crítica), vuelve
sobre el tema de los teólogos: en su
manera de perder el tiempo en discusiones vanas… hombres dados a luchas
verbales… que no tienen tiempo de leer el Evangelio… Te podría presentar a
quienes han pasado ya de los ochenta y que han perdido buena parte de su vida
en naderías de este jaez, sin siquiera haber abierto los Evangelios… No
hablemos de la falta de base de esta Teología: monstruosa, bárbara, artificial,
totalmente insensible a las artes liberales y a las lenguas clásicas… Esta Teología
está tan adulterada por Aristóteles y por insignificantes invenciones humanas
que dudo si conoce algo del puro y genuino Cristo. ¿Qué tiene que ver Cristo
con Aristóteles o los misterios de eterna sabiduría con la sutil sofistería?
¿Qué se busca con ese laberinto de temas, que en su mayoría son una pérdida de
tiempo, sino la simple gresca y crear disensión?... Hay muchas y grandes
cuestiones que es mejor ignorarlas que investigarlas, viendo como vemos que
algunas cosas no podemos conocer y otras muchas en que la incertidumbre es
mucho más provechosa que la misma certeza… Hoy no tienen límite las
investigaciones inútiles, raíz de todas las discordias… En suma, hemos llegado
a un punto en que la base de la doctrina expuesta no se fundamenta tanto en la
doctrina de Cristo cuanto en las definiciones de los escolásticos y en el poder
de los obispos. En consecuencia, todo está tan complicado que no hay siquiera
esperanza de volver a traer al mundo al verdadero cristianismo… Escepticismo
amargo el que rezuma Erasmo. Sus textos pueden aplicarse, sin necesidad de cambiar
una coma, a la situación de la Iglesia actual.
Erasmo rompe con la christianitas (concepción hierocrática que Juan Pablo II añoraba y que hoy día se trata de “resucitar” con la tan cacareada “nueva evangelización”). Rompe con la christianitas y con la concepción del hombre y del mundo que tiene la Iglesia medieval, temerosa de las novedades que alumbraba
La pietas cristiana, que Erasmo no se
cansará de defender, es una espiritualidad personal e íntima, practicada en el
templo de la propia conciencia. En su libro Enchiridion militis christiani
(Manual del soldado cristiano), base de todo el movimiento erasmista, defiende
una audaz reforma religiosa y hace una llamada urgente a que cada hombre
interiorice el mensaje evangélico. Censuró todo lo que de muerto había en el
catolicismo (y era mucho) y se colocó a la vanguardia de los innovadores. Invitaba
a sus lectores a descubrir lo esencial del cristianismo por debajo de las
apariencias, a vivir el mensaje evangélico en espíritu, y rechazar, como
hojarasca muerta, las observaciones exteriores, según la sentencia tan certera
de san Pablo: la letra mata y el espíritu
da vida. Erasmo privilegiaba la religiosidad interior sobre la exterior. La
liturgia, toda la parafernalia de ritos, ceremonias, santos e indulgencias, la
organización jerárquica de la Iglesia, incluso sus dogmas, pasaban a ser
elementos secundarios, prescindibles. Su dura crítica al clero regular y a la corrompida
estructura eclesiástica (como mantenedores de las supersticiones que esclavizan
al hombre), provocó un durísimo enfrentamiento entre los erasmistas y los
frailes.
Monachatus non est pietas (ser monje no supone forzosamente
piedad auténtica) gritó Erasmo. Y de una a otra parte de Europa resonó como un
grito demoledor contra el estamento religioso. Pero fue sobre todo en España
donde causó mayor alboroto. De tal modo que motivó la famosa conferencia de
Valladolid de 1527 para decidir sobre la ortodoxia de Erasmo.
Resumamos algunas claves
del humanismo de Erasmo:
* El hombre es el centro y la medida de
todas las cosas. “Para Erasmo -escribía
Lutero- las cosas humanas significan más
que las divinas. Para Lutero, en cambio, lo religioso era lo más importante
que había en la tierra.
* El
humanismo aborrece toda violencia. Ningún
derecho justifica la guerra. Aun cuando
uno crea que le asiste todo el derecho del mundo, jamás debe resolver cuestión
alguna por medio de la
violencia. En este punto, toda circunspección es poca. Sus
reproches más acervos van contra la Iglesia que, con el acrecentamiento de su
poder temporal, ha renunciado a la gran misión de mantener la paz cristiana universal.
* Toda
intolerancia y partidismo son ajenos
a su teoría de la concordia universal.
Para Erasmo no existen naciones ni fronteras sino una patria común global. Todo ser humano, sin exclusión de ningún tipo,
puede ser ciudadano de esa comunidad. En caso de conflagración, los humanistas no
tienen que alentar con celo partidista
las hostilidades. Por el contrario, deben colaborar juntos para poner fin al frenesí inhumano y bestialmente salvaje de
la guerra.
* No
hay verdades absolutas. La verdad
siempre es ambigua y multicolor. No
pondría yo mi cabeza por la verdad, declara Erasmo. Lutero se mofa de él
porque no quiere afirmar nada con
seguridad… por todas partes anda como sobre huevos, sin querer aplastar
ninguno… considera la paz corporal, la comodidad y la tranquilidad como cosa
más alta que la fe. Lutero , en cambio, tiene las ideas clarísimas y está
dispuesto a defenderlas aunque el mundo entero se convierta en discordia y se hunda
totalmente y sea sólo ruina.
* La
verdad absoluta lleva al fanatismo.
Sus partidarios quieren imponerla a la fuerza a todo el mundo , valiéndose de cualquier
medio (inquisición, censura, anatema, hoguera). La dictadura de una idea, como
única forma de fe y de existencia, rompe la unidad y provoca la desavenencia
universal. Todo dogma es una declaración de guerra contra la libertad de espíritu. Quien quiera ser cristiano, dirá Erasmo, tiene que ser pacífico y tolerante. Quien
quiera ser cristiano, le responderá el inflexible Lutero, no le es lícito ceder jamás, aunque todo
el universo perezca por ello.
Defensor insobornable de
la libertad de pensamiento, Erasmo
nunca quiso atarse a dogma alguno ni decidirse por ningún partido, por eso en ninguna
parte encontró un hogar que pudiera llamar suyo. Espíritu libre e independiente, buscó, mediante la mutua comprensión, una síntesis armónica y
suprema de todas las ideas.
* La razón por encima de la fe y de las
supersticiones. En la bóveda del Antiquarium del Residence Museum de Munich, aparece
pintada, esta máxima: Fides certior
ratione (La fe es más segura que la razón). Quien la mandó escribir debía
de tener esa fuerte convicción. Fides
certior ratione no está mal para esculpirla en el frontispicio de una
Biblioteca de Teología. Sin embargo, Erasmo, a mi modo de ver, hubiese mandado
esculpir en piedra la sentencia opuesta: Ratio certior fide (la razón es más
cierta y segura que la fe).
En
esta hora, en que la Iglesia pone tanto interés en resaltar las raíces
cristianas de Europa, habrá que escuchar las sabias reflexiones del humanista
Erasmo, no sea que alguien nos meta gato por liebre.
Francisco
Asensi
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